Parte de Manabí y de otras provincias costeñas se caracteriza por pertenecer a la región agroecológica identificada como Bosque Seco Tropical. Entre las especies vegetales de estos ecosistemas destaca el algarrobo, al que encontramos de forma espontánea en áreas rurales y urbanas superando condiciones climáticas como las sequías, adversas para otras plantas. Están desde el nivel del mar hasta los 1.500 metros de altitud adornando el paisaje.
Hallazgos en restos prehispánicos confirman ser nativo del continente americano. Son múltiples los beneficios que proporciona este árbol. Nuestros campesinos lo utilizan para sombra y alimento del ganado, las flores nutren de polen a las abejas productoras de miel, de los frutos se extrae la algarrobina con fines medicinales, las hojas sirven como abono orgánico, la madera por su dureza se emplea en construcción y mueblería.
El algarrobo también se encuentra en el noroeste peruano, en donde están muy preocupados por el peligro de desaparición de esta noble especie. El motivo es la aparición de un pequeño insecto, cuyas larvas se alimentan de las hojas hasta dejarla totalmente defoliada, condición que le impide al árbol tener un desarrollo normal y que termina por secarse. Ante el avance del problema y la dificultad de controlar la plaga se están extremando medidas fitosanitarias y recolectando semillas para formar viveros de donde utilizarán las plántulas para la repoblación.
La vecindad y afinidad con la región afectada debe preocupar a nuestras respectivas autoridades con la finalidad de evitar o retrasar la llegada de este diminuto insecto. Conocido es el intenso intercambio comercial entre los dos países, especialmente por vía terrestre, factor que facilitaría el ingreso de la plaga por las provincias de Loja y El Oro. Dura tarea para quienes tengan que controlar esos lugares, ya que otro grave problema es el paso ilegal o contrabando de productos agrícolas provenientes del sur como arroz, cebolla, limones, etc.
Aunque los algarrobos no son plantaciones para exportación o de seguridad alimentaria como banano, maíz, arroz, caña de azúcar o palma aceitera, suponemos que el Magap, conocedor del particular, deberá disponer de los recursos necesarios para tomar medidas de remediación.
La urgencia amerita porque a más de afectarse nuestro ecosistema se atentaría la economía de la clase campesina de zonas tan deprimidas como las secas o semiáridas con escasas alternativas de recuperación económica. En esta tarea deben involucrarse los GAD cantonales y de Manabí para la formación de viveros con esta especie en zonas que potencialmente se afectarían. Una medida inicial sería la recolección de semillas de calidad, considerando que de un kilogramo se pueden obtener 25 mil nuevas plantas. Paralelamente se requiere planificar capacitaciones sobre la problemática e iniciar estudios en las facultades de ciencias agrícolas de la provincia.
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