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Simple razonamiento
Simple razonamiento
Por: EDITORIAL EL DIARIO

Domingo 11 Noviembre 2018 | 04:00

Desde la década del 50 -cuando empezaron a escanearse los recuerdos y sucesos en mi mente y memoria- hasta el mismo fatídico 16 de abril del 2016, el pivote de la actividad comercial de Portoviejo fue la zona en la que inicialmente funcionara el histórico mercado norte y luego el centro comercial municipal.

La cuadra o manzana delimitada por las calles Pedro Gual, Chile, 9 de Octubre y Ricaurte, siempre constituyó el foco de generación de las actividades financieras. Como centro de acopio al que llegaban los ciudadanos a efectuar compras y los comerciantes a realizar sus ventas, los negocios empezaron, de a poco, a asentarse a su contorno.
Recuerdo que los fines de semana la calle Ricaurte se convertía en un corredor de compradores y visitantes desde el mercado hasta el parque central, en cuyo rededor existían dos iglesias: la vieja Catedral y La Merced. Era como fiesta y llegaban gentes de los cantones cercanos.
Dada las exigencias de la modernidad, la rústica pero noble estructura de madera y zinc debió ser demolida para dar paso a un nuevo edificio, como avance al desarrollo arquitectónico de la ciudad y fuente de recursos para las arcas municipales.
No “cuajó” en cuanto al aprovechamiento comercial del edificio por errores en su administración, pero el sector nunca perdió su atractivo y movimiento, sin ser ejemplo de ordenamiento urbano ni de eficiente política municipal.
La zona era movida, activa, concurrente y recurrente de las acciones en la ciudad.
Hasta que llegó el fatídico día, cuando el gran sismo cortó sus nervios, paralizándola. Y la convirtió en zona arrasada que el Gobierno Nacional llamó “zona cero” y la municipalidad la abandonó, contribuyendo a su degradación con clara intención de una posterior intervención para transformarla a su gusto y sabor, ignorando la participación ciudadana.
Por eso la reacción de la colectividad, principalmente el reclamo de los comerciantes, propietarios y usuarios de los edificios de la zona minimizada por más de dos años, que demandan de las autoridades recapacitar, razonar y respetar los derechos de los ciudadanos al trabajo, reactivando la zona.
Y para recobrarla hay que revalidarla, siendo adecuado, para empezar, aceptar el pedido de los pequeños comerciantes de abrir el solar vacío donde se levantaba el centro comercial municipal, para que allí funcione este año la Naviferia y se agrupen los vendedores de “años viejos”.
¿Que no hay energía eléctrica, ni baños públicos ni seguridad? ¡Que se los instale, pues! Y con la misma celeridad con que sembraron de postes y urinarios móviles el aeropuerto, para los conciertos con los que se ha intentado restar la importancia y hacer desaparecer tan valiosa herramienta para el desarrollo de la capital manabita.
En verdad, la feria de juguetes y de los “viejos” en ese lugar será mejor para todos. Por ser céntrica y más accesible. Cuestión de simple razonamiento. 
 
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