Por un lado las casas de cemento, muy bien armadas y con modernos diseños, pero por otro lado las calles que la forman lucen llenas de polvo y abandonadas, casi desérticas.

María Pacheco, quien tiene 40 años en el sector, se queja de que el polvo se les mete por donde más puede, no hay forma de controlar su arremetida.

“Aquí tragamos cualquier cantidad de polvo”, dice la mujer desde el portal de su casa, una de las pocas a las que el terremoto del 2016 le tuvo algo de respeto.

“Otras casas sí se cayeron, pero no hubo muertos”, indica Pacheco, quien asegura que la mayoría de sus vecinos son fundadores.

“Los terrenos fueron dados con facilidad de pago a los trabajadores del Banco Central. Como mi esposo trabaja allí, le dieron”.

La moradora se queja de que solo por la feria -se refiere a la feria que se realiza en el recinto ferial de la Cámara de Comercio de Portoviejo, cuyos terrenos los tienen enfrente- “es que medio arreglan esto”.

De la dirección municipal de OO.PP. se ha informado que, en lo que resta del año, no hay prevista ninguna obra para el sector.