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Santa Elena
Antonio replica su pasado ancestral

Antonio Orrala Salinas, de 45 años, tiene un talento natural para moldear el barro y replicar figuras prehispánicas.

Viernes 26 Octubre 2018 | 04:00

 Cuenta que su padre trabajó como ayudante del arqueólogo Víctor Emilio Estrada en las excavaciones de 1956 y 1957, en las que se descubrió la cultura prehispánica Valdivia en una comuna que ahora lleva ese nombre, ubicada en el cantón Santa Elena, al norte de la Península.

Su progenitor, Manuel, le heredó moldes de piezas originales, sobre todo de las icónicas estatuillas conocidas como Venus de Valdivia.
Antes del descubrimiento en el que participó su padre, sus abuelos modelaban ollas de barro, así que desde muy pequeño se inició en la alfarería, indicó diario El Comercio. 
 
Toda una vida. El artesano lleva 30 años replicando el pasado ancestral de su comuna San Pedro, tan cercana de la vecina Valdivia que se funde con ella, separadas por una carretera. “Es como una sola comunidad”, dijo.
Junto a sus hijos Byron y Abel, de 19 y 22 años, modelan en barro y cuecen ocarinas, pitos, vasijas, vasos, representaciones de animales como venados o zarigüeyas de inspiración prehispánica, piezas en su mayoría pequeñas que luego parten a ciudades como Guayaquil o Quito, o que se comercializan en la vía principal que atraviesa las dos comunas.
Las reproducciones corresponden a diferentes culturas de la Costa: Valdivia, Machalilla, Manteña, Guangala o Chorrera. 
Además, las estatuillas conocidas como Venus, que en su mayoría son reproducidas con senos redondeados y prominentes, incluyen también figurillas embarazadas. 
“Son un símbolo de fertilidad y tenían diferentes usos. Uno de ellos era pasarlas por el cuerpo y luego romperlas en rituales de curación, como se pasa ahora un huevo cuando alguien está ojeado”, explicó Antonio. 
En su taller también produce piezas de cerámica utilitarias como portainciensos o quemadores de palo santo. “Hacemos unos vasitos difusores para quemar esencias aromáticas, pero la idea es conservar la identidad cultural y por ello le agregamos rostros de piezas de culturas Valdivia o Chorrera”, indicó. 
“Brindamos a los turistas piezas cercanas a las originales, cuya venta está prohibida”, destacó. 
El estrecho taller artesanal, a un lado de la vivienda de los Orrala, con decenas de Venus de barro en proceso de secado y en espera de cocción, está a solo tres cuadras del museo de la comuna Valdivia, epónimo de la cultura ancestral.
 
Se suman. En la vecina comuna Valdivia, donde los habitantes han encontrado en la zapatería una opción de subsistencia, también se ha retomado el trabajo con réplicas precolombinas.
Jaime Beltrán, de 38 años, quema en un horno improvisado en la tierra moldes de máscaras manteñas y experimenta con sellos guangalas y Venus de Valdivia, en el suelo bajo, en el que se descubrió por primera vez esa cultura, que habitó toda la Costa.
“Tengo 14 años vendiendo réplicas, ahora he empezado a elaborarlas. Se necesitan cursos, porque en Valdivia hemos ido perdiendo estos saberes”, dijo Beltrán.
En una tienda de artesanías de la carretera se venden los pequeños trabajos de Beltrán y de Orrala, pero las réplicas de figurines más grandes, de hasta 90 centímetros, se traen aún desde Jipijapa, cantón de Manabí. 
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