Vivimos los días de octubre, mes de gran importancia para todos los nacidos en esta encantadora tierra y también para los que llegaron y se quedaron en este acogedor terruño y es que por estas fechas el espíritu se nos ensancha de alegría ciudadana y nuestro ser rebosa de civismo, percibimos en el ambiente citadino un regodeo popular, la urbe se engalana, se viste futre y sus entornos se adornan con lo mejor. “La ciudad florida de arrabales lindos, nuestra ciudad de San Gregorio siempre amada, la que fue como una bendición creada, entre encajes de reales tamarindos” está de fiesta, la juventud estudiantil le muestra su amor y respeto con su desfile marcial y gallardo, las bastoneras llenan el ambiente con su belleza y donaires, atiborrando de esplendor y colorido el espacio, las alegorías y las caras pintadas ponen las alegrías en mi lindo Portoviejo, que jubiloso celebra junto a todos sus hijos sus 198 años de independencia política, epónima gesta que nos legaron Antonio Menéndez del Barco, Andrés de Vera y Rivera, José Arteaga Larriva y el abogado y sacerdote Manuel Ribadeneyra y Coello, párroco vicario en esa histórica fecha de la parroquia eclesiástica “La Merced” de Portoviejo.