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Karen Stephany Estrella Lucas
Sexualidad sin tabúes

La sexualidad fue considerada desde mucho antes como un asunto implícito del que no convenía hablar, por temor, pecado, miedo, asco o ignorancia, ligada a un sinnúmero de tabúes en una sociedad represora, donde sexualidad era sexo y su único fin era la reproducción.

Domingo 14 Octubre 2018 | 04:00

La sexualidad está fuertemente arraigada a constructos socioculturales que permiten o no hacer con lo que somos, como uno de los precursores en su estudio se reconoce a Sigmund Freud padre del Psicoanálisis, quien dio pie al estudio de la sexualidad relacionada a trastornos psíquicos, así también a Krafft-Ebing, psiquiatra alemán quien se centró en las patologías sexuales, estos como muchos otros autores a partir de sus pensamientos y postulados se llevaron las miradas, el rechazo y la crítica social y política. 
Resulta evidente que el estudio de la sexualidad humana ha tenido gran impacto social e influencia en otras áreas de estudio, sostenida por mucho tiempo desde la religión, la política, la biología con una base represora donde cualquier persona con prácticas sexuales diferentes a la heterosexual eran apresadas y consideradas enfermas.
Aproximadamente en 1894 Havelock Ellis, médico y educador inglés, nombrado pionero de la sexología contemporánea, inicia sus aportes planteando la existencia de una sexualidad sana direccionada a la búsqueda de placer sin fines reproductivos.
Hoy en día la Organización Mundial de la Salud plantea vivir “experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia”, partiendo desde estas premisas podríamos decir que la sexualidad comprende mucho más que sexo, mucho más que ser hombres o mujeres. Está atravesada por la palabra, por los símbolos, por hechos que se resumen en nuestra historia, no es asunto sólo de jóvenes y adultos, sino también de los más grandes, no se inicia cuando empiezan los cambios de la pubertad, ni cuando tenemos nuestra primera relación sexual. La sexualidad nos compromete desde el día en que nacemos, e incluso mucho antes, “existimos antes de nacer” como se plantea desde el psicoanálisis, desde que fuimos el deseo del otro.
A pesar de esto, actualmente seguimos viviendo en una sociedad donde hablar de sexualidad sigue siendo un tabú, que involucra a las relaciones sexuales como una actividad coital, comprometiendo solo a los genitales; y gimnástica, promoviendo la sobrevaloración del rendimiento sexual.
Pensar en educación para la sexualidad involucra la formación en el hogar y en las instituciones educativas. Dando un vistazo a nuestra formación y la formación de nuestros niños, niñas y adolescentes podemos fijarnos en la necesidad imperiosa de abordar estas temáticas. Siendo base importante del desarrollo, influyen en la tasa de adolescentes con embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, entre otras, ante todo esto se encuentra la cultura para moldear todo aquello que somos y hacemos con lo que hicieron de nosotros, como lo dijo en algún momento el filósofo Jean Paul Sartre y como refiere en nuestros días el psicoanalista argentino Gabriel Rolón “cuando la cultura falla, la destrucción se hace evidente”.
Antes de nacer nuestra naturaleza ya es sexuada, somos según nos vamos descubriendo, permitirnos descubrir lo que queremos como sujetos sexuados es más que un derecho.
La información no nos hace precoces, ésta permite tener una base para abordar temas, prevenir, disfrutar, ser responsables con otros y con nosotros mismos, tomar decisiones asertivas, vivir en plenitud y sanidad.
 
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