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Abusos sexuales
480 menores han sido víctimas de abusos sexuales en Manabí

Desde enero hasta agosto de este año, la Dinapen de Manabí contabiliza 480 denuncias por delitos sexuales.

Viernes 21 Septiembre 2018 | 19:20

Cecilia forcejeó, gritó, pero nadie la escuchó. Perdió la conciencia y terminó siendo violada por el esposo de su propia hermana.

Tenía 13 años cuando su hermana le pidió que fuera a su casa para que le ayude a organizar una fiesta. Ella la dejó sola hasta que apareció su cuñado, quien sin decirle nada la cogió de los brazos para quitarle su ropa.

“Como yo no me dejaba me empezó a golpear fuerte, hasta que quedé inconsciente. Cuando desperté, vi que tenía sangre y mi ropa estaba rota”, comenta, mientras su voz se le apaga por un instante.
Suspira y prosigue, que al verse así, sintió que el mundo se le fue encima. Salió corriendo de la casa y al ver un frasco con insecticida, bebió el líquido.
Se quería morir porque su sueño de casarse se desvaneció.
“Me salvé porque un chico me encontró botada y me ayudó”, dice, al señalar que estuvo en estado de coma durante seis meses.
Cuando recobró el conocimiento, le contó a su madre y a su hermana lo que le había pasado, pero no le creyeron y la acusaron de que era ella quien se había “entregado”.
Cecilia empuña sus manos demostrando indignación porque no tuvo el apoyo de su familia. Dice que por eso desarrolló un carácter fuerte, pero los malos recuerdos la hacen quebrantar y llora por un instante, mientras permanece sentada en el sillón de un parque de Portoviejo.
Se seca las lágrimas y confiesa que empezó a beber alcohol, se iba de su casa e ingresó a una pandilla donde aprendió a disparar un arma.
“Me hice como loca. Hacía lo que me daba la gana”, comenta sin mostrar arrepentimiento, porque así aprendió a defenderse.
Pasó un año de la violación, cuando el esposo de su hermana intentó abusar una vez más de ella mientras caminaba sola por unos platanales.
La agarró del brazo, pero aquella vez el hombre recibió un machetazo por parte de la adolescente.
“Es un trauma psicológico ver a esa persona. Sentía temor y ganas de matarlo a la vez”, comenta, al revelar que no lo asesinó porque apareció su hermana para defender a su esposo.
Pese a que el hecho ocurrió hace 32 años, Cecilia lo recuerda como si hubiese pasado hace poco. Indica que estuvo en tratamiento psicológico, se comprometió, pero nada ha curado la herida que lleva en su alma.
Dice que su vida no ha sido  fácil, pero ha sabido guiar a sus cinco hijas. Una de ellas estuvo al borde de vivir la misma pesadilla, pero sus gritos alertaron a sus familiares y evitaron que fuera violada por un conocido.
Daños. Delia Montero, psicóloga de la fundación Nuevos Horizontes de Portoviejo, señala que el abuso sexual es el que más daño causa a la psique humana y la persona no podrá olvidar lo que vivió, por más que pasen los años.
Advierte que en muchos casos la situación empeora porque las víctimas prefieren callar por miedo, amenazas, o por temor a que su familia no le crea.
“Los padres no creen lo que les ha pasado, especialmente cuando sucede dentro de la familia”, detalla Montero, al recomendar que se debe creer a los menores cuando confiesan que han sido víctimas de  abusos.
Las niñas y adolescentes son las principales víctimas de sufrir algún tipo de violación o acoso, agrega.
“Fernando” (nombre protegido) recuerda que su hija de 8 años fue manoseada en sus partes íntimas mientras jugaba con sus muñecas con otra niña, en casa de sus vecinos.
El hombre era un trabajador que había llegado hacer reparaciones a la vivienda, quien aprovechó que los padres de la niña se encontraban en la cocina. 
Este tipo de hecho, el Código Integral Penal (COIP) lo sanciona con cinco a siete años de privación de libertad, por abuso sexual.
“Fernando” puso la denuncia en la Fiscalía y espera que el hombre sea detenido por el daño psicológico que le causó a su niña. “No quería salir de la casa y nosotros tomamos la medida de no dejarla sola”, indica.
Desde enero hasta agosto de este año, la Dirección Nacional de Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) de Manabí contabiliza 480 denuncias por delitos sexuales. En los mismos meses del 2017 hubo 275 casos.
La capitán Paola Dávila,  jefa provincial de la Dinapen, señala que en estos delitos se han visto involucrados los propios padres, tíos o alguien cercano, como vecinos y compañeros de clases. “También hay denuncias que ponen los padres porque no están de acuerdo con las relaciones amorosas que tienen sus hijas”, recalca.
De las denuncias que ha receptado la Dinapen, las víctimas tienen entre 8 y 17 años.
Dávila menciona que las cifras han aumentado porque las personas ahora se deciden en denunciar más este tipo de delitos, por la campaña “Respeta mi Cuerpo”. “Antes era muy común en Manabí que no denunciaran”, refiere.
 
Sanciones. Según cifras del Consejo de la Judicatura de Manabí, desde el 10 de agosto del 2014 hasta el 31 de julio de este año receptaron 1.226 casos por diferentes delitos sexuales. De ese número, 963 fueron  resueltos, mientras que los  263 restantes siguen en trámite (ver recuadro).
El COIP establece sanciones que van desde 3 hasta los 22 años de prisión, según la gravedad del delito.
Por acoso sexual a menores de 18 años la sanción es de tres a cinco años de prisión; por violación la pena es de 19 hasta 22 años. En caso de que se produzca la muerte de la víctima, aumenta hasta 26 años, establece el  COIP.
El Diario solicitó una entrevista en la Fiscalía de Manabí para conocer cuál ha sido la pena máxima que ha recibido una persona por este tipo de delitos, pero no se concretó la entrevista.
Miriam Loor, directora ejecutiva de la fundación Nuevos Horizontes, recuerda que en 1993 que formaron la fundación detectaron que el delito sexual estaba “naturalizado en la mujer”. En muchos casos el hombre obligaba a su pareja a tener relaciones sexuales sin su consentimiento. 
Pese a que las denuncias en los últimos años han aumentado, aún existen personas que no 
denuncian.
 
No denuncian. Según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés), en Ecuador 7 de cada 10 niñas y adolescentes entre 15 y 19 años que han sufrido violencia física o sexual, nunca pidieron ayuda.
Loor calcula que en Manabí, cuatro de cada diez víctimas de violencia prefieren no denunciar por temor o amenazas, más que todo los menores.
Vanessa Aragundy, trabajadora social de la misma fundación, señala que en las charlas contra la violencia que han impartido han encontrado casos de niñas que han confesado haber sido tocadas en sus partes íntimas por la pareja de su madre. “El agresor lo primero que hace es atemorizar a la víctima. Incluso engañan a los niños como si fuera un juego (el abuso) de que no pueden decir ese secreto”, detalla Aragundy.
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