Hago notar que a nivel mundial existe una gran competencia por las exportaciones de productos  del mar y un incremento de los precios de exportación del producto nacional, como consecuencia del incremento del precio del galón de diésel,  reduciría o sacaría a nuestros productos del mar del mercado internacional.

En mi libro, Desarrollo del Puerto de Manta, publicado en el año 2015, manifesté que a partir del año 1949 se inició la exportación de productos de mar, gracias a las instalaciones industriales de la compañía INEPACA, lo que ha permitido un desarrollo progresivo de la ciudad, a tal punto que el 80% de la población dependía económicamente de la actividad pesquera. En esa fecha había 13.000 personas empleadas directamente y 65.000 en forma indirecta, (véase página 61).

En publicación de El Diario, se informa que la pesca emplea a unas 108.000 personas (familias), de las cuales 49.856 personas formalmente en el sector industrial de captura y procesamiento y alrededor de 50.000 pescadores artesanales.

Actualmente de acuerdo a información publicada en El Universo, lo sectores pesqueros y camaroneros generan $ 1.540’000.000,00 dólares, que significa un 37 % de las divisas que recibe el país por exportaciones de productos no petroleros.

El problema que tiene Manta es que su desarrollo se ha logrado gracias a la única actividad productiva, que es la pesquera.

Durante muchos años he informado que la ingeniería oceánica ofrece a las poblaciones que están frente al mar que pueden aprovechar las oportunidades que ofrece el océano para lograr su desarrollo, y he recomendado que se desarrollen las actividades turísticas y vivienda para jubilados extranjeros.

Sin embargo, las autoridades locales y provinciales no han considerado mis recomendaciones.

En el turismo, en lugar de aprovechar las playas, el Municipio ha permitido su contaminación. 

En lo relacionado a las viviendas para jubilados extranjeros no hay incentivos, como por ejemplo en Panamá, ni atractivos porque no hay lugares turísticos ni actos culturales, a los que están acostumbrados los extranjeros.

En conclusión, si desaparece la actividad pesquera, Manta sería una ciudad fantasma.

Lo que me preocupa es que ni las instituciones de Manta, como el municipio, al igual que las instituciones manabitas no reclaman, para que no se incremente el precio del galón de diésel y que en esa forma Manta no se convierta en una ciudad fantasma y que en forma indirecta tampoco afecte al desarrollo de otros cantones de Manabí.