El INIAP en su trayectoria de casi seis décadas ha aportado con inmensos beneficios para la seguridad alimentaria de la población y con resultados valiosos en cultivos tradicionales de exportación.
En ese período pasaron gobernantes de distintas ideologías reconociendo su fructífera labor sin considerarlo como botín político.
Verdad es que en el gobierno de Febres Cordero, el ministro Laniado pretendió convertirlo en una Fundación, que en el de Durán Ballén se detuvo sus afanes privatizadores, que algunos centros de educación superior anduvieron en pos de varias estaciones experimentales.
Pero finalmente salió fortalecido por la sólida estructura institucional y la unión entre autoridades e investigadores, demostrando que INIAP se respeta, institución donde prevalece la mística del trabajo creativo, pese a las bajas remuneraciones percibidas.
Pero ahora, desinformados asambleístas pretenden darle el tiro de gracia al incluir su desaparición en el artículo 22 de la sección cuarta de un descabellado proyecto de Ley, so pretexto de fomentar el desarrollo agropecuario, que se maquina en la Comisión de Soberanía Alimentaria de la Asamblea.
Al parecer intentan continuar con la equivocada práctica correísta de cambiar nombre a las instituciones del sector agropecuario sin notar que al hacerlo los resultados obtenidos fueron lapidarios.
Leyes existen para todo, sólo falta aplicarlas y sentido común. Los productores necesitan incentivos, infraestructura, crédito, precios justos, eliminar los intermediarios, los chulqueros, el contrabando, falsificadores de semillas y agroquímicos, etc.
Sus mentalizadores desconocen que un instituto de investigación no se improvisa y que los investigadores son los únicos autorizados legalmente para desempeñarse en centros oficiales de investigación mediante certificación que expide la Senescyt luego de riguroso proceso calificatorio. Detalle que ignoran, por eso pusieron una segunda transitoria que facilitaría el peligroso ingreso de personal impreparado que respondería a oscuros compromisos políticos.
Recordemos que recientemente improvisados directores de las estaciones Portoviejo y Litoral Sur fueron removidos por su evidente incapacidad.
Otro desatino del cuestionado proyecto aparece en el artículo 23 de la sección cuarta, en donde se ubica como domicilio y sede principal de un nuevo instituto a la ciudad de Yaguachi, famosa por las fiestas religiosas de su patrono San Jacinto, pero que representa poco o nada dentro de las ciencias agropecuarias, no posee centros de investigación ni se conoce que tenga elemental infraestructura.
Creemos que estas perversas pretensiones no pasarán, que se verá luz al final del túnel y que INIAP se levantará nuevamente como el Ave Fénix.
Pensamos que para evitar futuros manoseos lo ideal sería tener a la investigación como política de estado y proveerla de los recursos necesarios, ya que actualmente nuestro país posee una de las asignaciones más bajas de la región para la investigación científica.
*Investigador Categorizado Senescyt
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