Solanda  Zambrano cuenta que la calle 309 entre las avenidas 213 y 215 era solitaria. Las tiendas eran escasas y lejanas antes del terremoto. 

“Pero luego de esta desgracia nuestro barrio se ha activado comercialmente porque ahora  tenemos de todo un poquito”, destacó la ciudadana.

Vecinos y gente de otro lado llegan de lunes a viernes a vender comida, legumbres, frutas y pescado en carretas. Mientras que las presas (pollo, carne y cerdo) las ofrece el comisariato “El Pollero”, que fue el primero que llegó y atrajo al resto de negocios, anotó. 

A ellos se suman más de una docena de locales que ofertan ropa, artículos de bazar,  productos de abarrotes, legumbres y otros negocios.

Inversión. Zambrano dijo que los negocios se han convertido en una fuente de ingreso para las familias que convirtieron sus portales en tiendas para alquiler. 

Inversión que va en aumento en otras cuadras a lo largo de esta calle.  

María Sornoza, habitante del sector, contó que al ver tanta gente trabajando, se motivó a invertir en sillas, mesas, carpas y en una cocina industrial para vender comida. Asegura que le va muy bien. Trabaja de lunes a domingo de 07h00 a 12h00. 

René Navarrete, junto a su esposa, alquila un local para la venta de ropa. 

Él, antes del terremoto, estuvo en Tarqui, pero luego fue atraído por los otros negocios que fueron llegando de a poco a este sector, de donde es vecino.

Todos cuidan la imagen, el orden y  limpieza del lugar. Sobre todo evitan invadir la vía pública, se indicó.

La comisaría municipal de Servicios Públicos mantiene el control para evitar la invasión de la vía pública.