Esta semana estuve por allí y vi a los comerciantes vendiendo legumbres en una cancha, al lado del cementerio.  

Allí Simón Molina me invita a subir a su mototaxi y me dice que el mercado quedó en promesa. “Llevamos años, Don Mero, pidiendo el mercado, pero no ha pasado nada, no dicen nada”, expresa. 

A su lado, Fernando Anchundia también me comenta lo mismo. Aunque él no comprende por qué le mienten. Dice que año tras año les prometen lo mismo, pero no se concluye nada. 

Me pregunta por qué el municipio es así: que promete y no cumple, y yo le digo que me hago la misma pregunta.

Él tiene una mototaxi con la que realiza fletes, pero sueña con hacerlo desde el mercado. No sabe cuándo, pero lo hará.

 

Calles colapsadas. Edison Barcia, dirigente del sector, me dice que son 55 mil personas las que viven en Eloy Alfaro: 55 mil “cristianos” que acuden a comprar en una calle (la principal) llena de negocios. Una calle que los fines de semana colapsa por la llegada de más vendedores.  

 “Don Mero, primero nos dijeron que había dos millones para el mercado; después, que no había; luego, que había 300 mil dólares, y así nos tienen hasta ahora, al final no hay nada”, explica Edison, serio, enojado. 

Yo le digo que no los invite al desfile y él me contesta que ya es muy tarde, que están invitados.  

Bueno, solo nos queda el baile. Porque ese es el más  importante, ya que con mercado o sin mercado igual hay que celebrar a la parroquia.