Sobre aquello, tres distinguidos amigos, el uno prestigioso profesional de la ingeniería civil, el otro experimentado jubilado residente en Estados Unidos y el último nacionalizado en España, observaron mi escrito de la siguiente manera, que repaso en el orden citado:

El primero: “Muy interesante su artículo ‘Universidades, Autonomía y Desarrollo’. En una parte dice ‘a pesar de su inicial extracto agropecuario, con tantos ingenieros agrónomos y agrícolas graduados, muchos de ellos ahora masters y doctores, es el sector que menos progresa’. También debe mencionarse que hay muchos profesionales que se han graduado en el Zamorano y sería interesante hacer una investigación si ellos están o no colaborando en el desarrollo del sector agropecuario. Yo conozco muchos profesionales que se han graduado en el Zamorano o en el Ecuador, que trabajan en otras actividades, que no son las agropecuarias”.

El segundo: “Con mucho deleite he leído su escrito ‘Universidades, Autonomía y Desarrollo’, me apena saber que hay muchos ingenieros agrónomos inclusive con masters, que no tienen en dónde practicar y emplear sus conocimientos. Manabí es una provincia netamente agrícola, pero su añorada CRM nunca cumplió su cometido, cual fue de proporcionar agua para los sembríos; sencillamente se quedó corta y ahora más que nunca es imperativo un regadío para Manabí”.

Y el tercero: “ Me duele escribirlo, pero estás reivindicando las cosas que hace setenta años pedíamos para Manabí. Como dices, ¿dónde están las centenas de egresados de nuestras facultades? ¿cómo han aportado con el desarrollo de sus especialidades para Manabí y el país? Hay que seguir impulsando a las gentes, que están entretenidas en otros menesteres”.

Aprecio las inquietudes de estos amigos-lectores; y estimo que sus comentarios acentúan la preocupación de todos sobre un mejor aprovechamiento de la intensa cuanta esforzada labor de los docentes y personal administrativo de las universidades.

Hay que hacer de esa entrega un vector directo al progreso en conjunción cercana con los administradores de la cosa pública, de las fuerzas empresariales, multiplicando a las personas preparadas, en cualquier especialidad, pero con oportunidades para desarrollar todo su conocimiento en beneficio colectivo y personal.

Aquello nos conducirá a la necesidad de exigir mayor atención oficial como pueblos en crecimiento, con capacidad de dirigir sus propias entidades mediante la descentralización, la desconcentracion y, por qué no, cierta clase de autonomía, como lo demandan las circunstancias.