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Portoviejo.
Canciones de amor lo hacían llorar

Tres meses después de un accidente que lo dejó postrado en cama, le llegó la muerte. Ese vacío se ha hecho imposible de llenar.

Miércoles 11 Julio 2018 | 11:00

Mientras Luis Alberto Barreto Quiroz (56) era cuidado por sus familiares, la incertidumbre se mantenía en ellos cuando abrían la puerta de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para avisar que uno de los pacientes había fallecido.

“Era una agonía. La espera y la desolación eran el pan nuestro de cada día, porque parecía que en cualquier momento nos tocaba a nosotros”, expresó Ligia Barreto Párraga.
Luis se desempeñaba como asistente de biblioteca en la Universidad Técnica de Manabí, donde laboró por más de 40 años, y resultó atropellado por una vecina el 28 de agosto del 2006, cuando caminaba desde su casa a una farmacia cercana para adquirir medicina para su esposa.
“La señora llevaba un niño entre sus brazos y, según los testigos, el bebé agarró el volante y cambió la dirección del vehículo”, recordó la hija del infortunado.
 
> grave. El percance se suscitó en la avenida Reales Tamarindos y calle Carlos Solórzano, de Portoviejo.
El automotor aplastó al peatón contra un cerramiento metálico y sus piernas fueron afectadas al sacar el carro para fugar del lugar, dijo la doliente. 
El suceso se dio alrededor de las 19h00. 
La hora quedó en la memoria de la familia del accidentado, ya que les cambió la vida. 
Barreto permaneció media hora en el lugar del accidente mientras arribaba la ayuda; luego fue conducido al hospital Verdi Cevallos, donde permaneció cinco horas, pero las noticias eran desalentadoras porque no habían camas disponibles en UCI.
 
> ayuda. “Entonces fuimos donde la vecina que lo atropelló a pedir ayuda, porque no teníamos dinero para ir a una clínica particular”, reveló Ligia Barreto.
Agregó que en el momento lograron que la familia de la persona que conducía el vehículo asumiera los gastos en la clínica, y a las pocas horas lograron que fuera recibido en el hospital del Seguro Social, donde sí habían camas disponibles en UCI. 
El tiempo en el hospital resultó eterno, precisó Barreto. Del aguerrido hombre que era su padre quedó convertido en una persona sin sentido y en estado vegetativo. Las esperanzas de vida no fueron alentadoras.
 
> llanto. La esposa e hija permanecieron bajo el cuidado del hombre de la casa. 
En ese tiempo, recordó Ligia, no paró de contarle todo lo vivido en el día a día, esperando su reacción; mientras su madre, contagiada por el sentimiento, le cantó una y otra vez el tema “Nuestra historia de amor” de Claudia de Colombia, con la firme intención de hacerlo entrar en razón.
“Sabíamos que nos escuchaba porque lloraba cada vez que mi mamá le cantaba, y por eso siempre tuvimos fe en que podría salir del coma”, sostuvo Barreto. 
Tras dos meses y medio en coma pasó a la sala de varones, donde pereció a los 15 días debido a las lesiones de gravedad en el cerebro que no se curaron.
El caso, según Ligia Barreto, quedó impune. 
El fiscal a cargo del mismo fue cambiado y con él al parecer partió el proceso, ya que jamás encontraron los documentos y el juicio. 
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