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De su propia medicina
De su propia medicina
Por: Leonardo Moreira Delgado
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Viernes 22 Junio 2018 | 04:00

“No hagas a otro aquello que no te gustaría que te hicieran a ti”, frase lapidaria que muchos le atribuyen a Confucio; otros creen que es una máxima de la Biblia, pero lo cierto es que la encontramos en el imaginario de la cotidianidad, como una regla de oro, de la cual se han desprendido códigos éticos, leyes, e incluso la Declaratoria de los Derechos Humanos.

Se trata de una simple y al mismo tiempo profunda afirmación popular, que busca tener presente un elemental principio de conducta política, basado en el respeto de los valores propios reflejados hacia los demás, que lamentablemente el expresidente Correa y toda su constelación de “robolucionarios”, creyéndose perpetuos en todos los poderes del Estado, incumplieron con saña, alevosía, violencia, sarcasmo y perjuicio social y político, ante miles de ciudadanos, que se atrevieron a cometer el “pecado” de disentir con la forma de gobernar la “República banana”.
Embriagados de poderes hasta los tuétanos, los que involucionaron los principios filosóficos de la democracia durante diez años jamás se imaginaron que el “karma es como una pelota, que cuando la arrojas a la pared siempre rebota”. Nadie escapa de sí mismo, todo es cuestión de tiempo, juez encargado de darle la razón a quien la tuvo y tiene; y no hay fuera de él refugio que pueda salvarlos de purgar sus propios pecados, por mucho que hoy pataleen y esgriman trivialmente persecución, cuando los verdaderos perseguidores políticos justamente fueron ellos.
Quienes reprimieron en las calles, plazas e instituciones públicas sin piedad, a los ciudadanos que discrepaban de sus acciones antipopulares; aquellos que criminalizaron las protestas populares para acallar las voces sociales y políticas,  con todo un aparataje de obsecuentes jueces, fiscales y fuerzas  policiales y militares, de los cuales muchos se han escondido, otros están con perfil bajo y unos cuantos arrepentidos de haber colaborado, por acción u omisión, con esta barbarie, jamás entendieron que el poder es efímero.
Hoy nos encontramos ante el errado perfil de la incoherencia política e irracionalidad humana, especialmente ante el irrespeto a la memoria y a la inteligencia de la mayoría de los ecuatorianos, que jamás olvidarán la destrucción de sus vidas profesionales y familiares, hasta que no se les haga justicia y se restituyan sus derechos, que fueron perturbados por una horda de corruptos reaccionarios y populistas tirados a revolucionarios.
Resulta que ahora, cínicamente, se acuerdan de los preceptos democráticos y de la institucionalidad del Estado de Derecho, cuando hicieron exactamente lo mismo y en muchos casos mucho peor de lo que están padeciendo. Ahora les toca aguantársela. No tienen calidad moral para quejarse!   
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