El fin de semana pasado, como todos los años, los juegos de Pentecostés cerraron las celebraciones de esta fiesta tradicional. 

Cooperativas, mercados, barrios, comunidades e instituciones donaron los premios que se colocaron en la parte alta de unos 70 palos ensebados.

Los postes más pequeños medían cinco metros, y los más grandes tenían hasta 25 metros de altura. 

En la cumbre se colgaron cobijas, prendas de vestir, todo tipo de utensilios de plástico, bebidas... Incluso había borregos, jaulas con cuyes y pollos, costales de papas, cebollas, entre otros productos.

“No solo es por las cosas que logramos conseguir, sino por el orgullo de haber escalado tan alto”, dice Pedro Toachi, uno de los participantes.

Él acude a la fiesta cada año desde hace una década y es uno de los jugadores más experimentados. Este año consiguió varias botellas de licor, cestos de ropa y otros premios.

“Antes, los juegos se hacían en las comunidades. Ahí se colgaban animalitos o comida para los jóvenes más arriesgados”, cuenta Toachi.

 

> la cima. Oswaldo Zambrano, de 24 años, es uno de los jugadores más jóvenes pero de los más talentosos. 

El domingo pasado escaló un palo ensebado de 25 metros, el más alto de todos.

Lo hizo en solo 10 minutos y fue el único en alcanzar la cima, por lo que consiguió todos los premios. Su esposa Blanca Braján lo esperaba al pie del poste, junto con toda su familia, gritando y aplaudiendo para darle ánimos.

“Él siempre gana. Este es el quinto año consecutivo que participa y logra bajar todo lo que hay en el palo más alto, es muy rápido”, menciona Braján.

Zambrano obtuvo unas 10 cobijas y prendas de vestir. “Es una habilidad con la que ya nací. Cada año vengo preparado para ganarme el mejor premio”, expresa el joven.

 

> bodas ficticias. Otro juego de Pentecostés consiste en celebrar bodas falsas y casar parejas que no se conocen entre sí. 

Una pequeña choza hecha con ramas de eucalipto se convierte en una improvisada sala nupcial.

Mujeres disfrazadas recorren la plaza buscando parejas para el matrimonio, luego los casan en una graciosa ceremonia con un vaso de chicha.