Actualizado hace: 942 días 6 horas 54 minutos
Miguel Andrade Orellana
Han caído, pero no se rinden

Con la vigencia de la Constitución de la República del 2008, las y los docentes del sector público alcanzaron el derecho a una compensación económica en relación a la edad y años de servicio, mientras que el Estado asumió una obligación imprescindible.

Martes 22 Mayo 2018 | 04:00

Esto se desprende de la lectura de la vigesimoprimera disposición transitoria.
Pero la instauración de un régimen corrupto y autoritario dispuso el incumplimiento del precepto constitucional referido.
Y con ello lastimó la esperanza en 26.000 jubilados desde el 2008 hasta el 2017.  
Este es el motivo por el que, en los pasillos de los ministerios del Trabajo y Educación, en las calles y plazas expresan su inconformidad miles de adultos mayores, que exigen altivos el pago de un derecho bien ganado por haber cumplido su jornada de treinta y más años de trabajo al servicio de la patria.
Lamentamos que muchos maestros jubilados ya hayan muerto. 
Ellos participaron en marchas y plantones a lo largo y ancho del Ecuador, pero el peso de los años y sus dolencias crónicas les arrebataron la vida. 
A unos los mató el cáncer terminal, a otros las enfermedades degenerativas, derrames y la falta de dinero para sus medicinas. ¡Qué triste! 
Pero lo que más los mató fue la indiferencia del Estado deshumanizado y los gobiernos que no respetan los derechos de los adultos mayores: y cautelosamente firman acuerdos y expresaban fingidos ofrecimientos. 
Ahora descansan en paz, pero viven en el recuerdo de sus seres queridos: 13 en Guayas, 23 en Tungurahua, 25 en Chimborazo, 16 en Azuay, 31 en Santa Elena, 6 en Los Ríos, 72 en Manabí, 5 en Loja. etc. 
En total, 241 maestros jubilados lo único que han recibido del gobierno  es el olvido. 
Así pagan los gobernantes en este sistema, a quienes han  tenido en sus manos la difícil tarea de enseñarnos a leer y escribir, a vivir con honradez y amor al trabajo y a la patria.
El presidente Moreno ha reconocido públicamente ser hijo de una maestra y ha expresado que no se olvidará de esos viejitos, refiriéndose a  los jubilados en pie de lucha. 
Pero esas expresiones, contrarias a la realidad, sólo sirvieron para confundir y apagar el grito de los jubilados. 
La única garantía para que el gobierno moroso cumpla su obligación es la unidad combativa de jubilados y su familia, la solidaridad del pueblo.
Y si es necesario, una victoriosa huelga de hambre para desenmascarar a los gobernantes ante los pueblos del mundo, aunque se ofrenda la vida con altivez y dignidad.
 
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