Actualizado hace: 940 días 13 horas 41 minutos
Cultura
Sin un lugar dónde comprar libros

Responsables de entidades públicas aseguran que hacen esfuerzos para que el estímulo a la lectura dé mejores resultados.

Martes 24 Abril 2018 | 11:00

Portoviejo es una ciudad en donde la oferta editorial es casi nula, ya que no hay librerías comerciales.

La única opción de entrar en contacto con las páginas de los libros es por medio de instituciones públicas, como la Casa de la Cultura, la Biblioteca Municipal o las universidades.
Rosa Saltos es bibliotecaria de la entidad municipal. Ella dice que el nivel de visitantes se mantiene en unas 300 personas al mes.
“Más vienen estudiantes e investigadores”, contó Saltos, quien indicó que en esa biblioteca hay cerca de 15 mil volúmenes, algunos de inicios del siglo XIX.
Para facilitar la lectura tienen el programa Préstamos Externos, que consiste en dar libros por dos días.
David Vera, uno de los visitantes, dijo que allí encuentra textos que no hay en internet y, si los hay, no se los puede descargar.
En el caso de la Casa de la Cultura, su presidente, Fidel Intriago, señaló que la biblioteca de la institución se halla en recuperación después de que sufriera una inundación y parte de su patrimonio se perdiera. Tienen 3 mil libros.
Según Intriago, están buscan fomentar la lectura por medio de concursos de libro leído, de poesía y clubes de lectura.
Jorge Dávila Vásquez es Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo, el máximo galardón con el que honra el gobierno a un autor. Para el escritor azuayo “no hay nada más falso que la pérdida del gusto por la lectura. Lo digo yo, que tengo reportes  de las editoriales de ventas bastante respetables de mis libros, cosa que antes no ocurría”.
Otro intelectual, Rubén Darío Buitrón, a través de un correo electrónico reflexionó: “¿Lee menos la gente hoy? No. En Ecuador la gente siempre ha leído poco, tanto que tiene uno de los promedios más bajos de lectura entre los países hispanohablantes: en Ecuador se lee medio libro por persona al año. Y no es un problema del precio de los libros: es la falta de una política de Estado para promover la lectura y es ese monstruo llamado televisión que, al contrario del libro, te consume las horas sin motivar la reflexión”.
Jorge Martillo Monserrate se dice un amante fiel de los antiguos formatos. 
“Soy un lector de los tiempos de los libros impresos y sigo siendo fiel a ese formato clásico. Y moriré en mi ley. Creo que ahora se lee menos libros impresos, más que nada la gente más joven. Por donde vayas, ves a la gente leyendo sus teléfonos inteligentes”. 
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