Actualizado hace: 942 días 27 minutos
Oswaldo Moreano Rivas
Cuando nos volvamos a encontrar

Hoy encontré una foto de los dos, dentro de un corazón de cartulina posando dentro del Coactur. Te busqué en un viejo libro de Don Evaristo, en aquel chiste que tanto me contabas.

Sábado 17 Febrero 2018 | 04:00

Hoy la nostalgia me apretuja el alma, los fantasmas de tu amor me llaman y te quiero contar por qué nunca te voy a olvidar: Conozco tu cara y tu alma, y no hay gente más buena que yo haya visto en otro lugar. 
Eras un noble guerrero, un halcón montañero que subía ligero cuidando a los demás y lo mismo debes estar haciendo en el reino de los cielos. 
Te lo digo aunque me lleve el llanto y con la emoción de ser un Moreano. He seguido tus consejos aunque no he podido cumplirlos todos, como aquel que el matrimonio es para toda la vida y el truco es dejar que la mujer mande en la casa y no hacer caso a sus celos. 
Gracias por la oportunidad de dejarme manejar la camioneta, aquel día de los años 90’s,  cuando osadamente te dije que sabía manejar y no te inmutaste con las maniobras dando la vuelta a la manzana; al parecer la impericia continúa porque tu bisnieto Oswaldo Assad no ha podido callarlo.  
Trato de imitar tu don de caballero y respetar tu legado, fundaste aquella cooperativa de bus interprovincial y la administraste impecablemente, aunque miserablemente aquellos desmemoriados no se han hecho presentes aun a un año de tu partida, ni han reconocido tu aporte a las bases que dejaste para su bienestar colectivo.   
He cuidado entrañablemente lo que me heredaste, carácter, determinación, el hábito de la lectura y el gusto por la leche chocolatada con guineo. 
Recuerdo que tu amor conmigo no sabía de distancias, y los besos que tanto nos dimos fueron como el agua y la luz que trajo a nuestras vidas, alumbró la casa que era nuestra casa. Hoy quisiera devolver el tiempo para no dejarla. 
Regresa abuelo, por el camino viejo, recoge los pasos y empecemos de nuevo. Regresa a la tierra del olvido, con tu voz enamorada invocando a la guagüita.
Te prometo que, si regresas, dejaré el cigarrillo y el café, los cuales me acompañan junto con mis lágrimas en este momento de escritura con música de Carlos Vives. 
Aplicaré tu recomendación de hacer caso omiso a la envidia mediocre que tanto ha sufrido el sacrificado progreso, dentro de la sencillez  y nobleza de nuestro apellido.
Te prometo también, que cuando nos volvamos a encontrar no habrá tiempo para tristes despedidas, ni mañana que no te quiera abrazar, ni una tarde que no te pase a buscar. 
No habrá un instante que no adore de tu vida, orgullosamente me llamo Oswaldo Moreano. Regresa padre mío, como regresa el viento. Acudiré raudo para volverte a abrazar. Charlaremos y volveré agradecer tu superlativo amor filial, cuando nos volvamos a encontrar.
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Más noticias