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Portoviejo
A Pedro Vélez lo mataron porque no se dejó robar el taxi

Francis Vélez recuerda como si fuera ayer la noche en que lo llamaron para contarle sobre la muerte de uno de sus hermanos.

Viernes 12 Enero 2018 | 04:00

Le resultó extraño y curioso, ya que minutos previos habían saludado con su hermano, quien iba conduciendo el taxi donde laboraba. “Llevaba una carrera y ellos pudieron ser sus asesinos”, aseveró.

El 27 de marzo de 1998 es una fecha imposible de olvidar para la familia Vélez-Toro, pues fue cuando se vistieron de luto obligados, tras la muerte de Pedro Narciso Vélez Toro, de 40 años de edad.
Francis agregó que suele ser de las personas que no dejan el celular para nada, y esa noche se encontraba en un rezo, así que se vio obligado a apagar su “raspa hielo” para que no molestara en un momento de alta espiritualidad.
“Pero por medio de otras personas me ubicaron para decirme lo acontecido, así que acudí al hospital, donde comprobamos su muerte. Un disparo de arma de fuego le destrozó la garganta, prácticamente lo ahogó la sangre”, citó.
Esfuerzo. Días previos al 27 de marzo, el ahora occiso le había dicho a su familia, presintiendo algo malo, que no se resignaría a perder el automóvil en caso de sufrir algún asalto, y que haría un esfuerzo para evitar que lo dejen “a pie”.
“Se trataba de un taxi nuevo que llevaba trabajando poco tiempo y era de un cuñado. Dijo que se jugaría el pellejo de ser necesario”, sostuvo.
Según Francis Vélez, su hermano se resistió al robo del vehículo y aprovechó a pasar cerca a las instalaciones de Ediasa para intentar pedir ayuda. Además una de sus manos estaba quemada porque seguramente trató de esquivar el fogonazo del disparo.
El carro quedó junto a la acera y los asesinos huyeron. Quienes acudieron al vehículo encontraron al conductor herido de muerte; así que lo llevaron a la sala de emergencia del hospital Verdi Cevallos, de Portoviejo, donde llegó sin vida.
Apreciado. Pedro Vélez fue el tercero de diez hermanos y producto de su edad se encargó del cuidado y educación de sus hermanos menores. “No fue un ejemplo, pero nos dio afecto y comprensión”, citó Francis.
En cuanto a los autores del hecho de sangre, mencionó que jamás le interesó a la familia saber de ellos, y se limitaron a dejar la justicia en manos de Dios. “Quedaron los mejores recuerdos porque fue un ser humano único”, declaró Francis. 
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