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Santo Domingo
240 niños han sido rescatados

Me está quedando feo”, dice Pedro (nombre protegido) mientras riza con la tijera un pedazo de papel bond y luego forma un adorno navideño.

Lunes 01 Enero 2018 | 11:00

El niño tiene sólo seis años de edad y junto a dos de sus hermanos, trabaja esporádicamente.
Pedro recorre las orillas del baipás Quito-Quevedo en busca de botellas de plástico y chatarra para ayudar con los ingresos de la casa.
En su numerosa familia lo que más hay son necesidades. A su corta edad ya conoce lo que es acostarse a dormir con el estómago vacío e ir a la escuela sin desayunar.
Su madre trabaja vendiendo jugos en el centro de la ciudad, no tiene permisos y por eso, dice él, “le toca huir” de los agentes de seguridad ciudadana.
El día en que Pedro rizaba el papel para formar un árbol de Navidad, una veintena de niños más, todos rescatados del trabajo infantil, lo acompañaban.
Los infantes, 120 en total, llegan a diario hasta el área comunal del barrio La Isla, en la cooperativa Cristo Vive.
El sector es considerado expulsor de trabajo infantil junto con la zona aledaña a la cooperativa Carlos Ruiz Burneo, donde otros 120 niños acuden al servicio que brinda la fundación Calasanz.
 
UN PROCESO. Luxe Angulo trabaja en el área social de la fundación y tiene a su cargo a un grupo de menores que se dedicaban al reciclaje y al comercio.
En Las Islas todos los días los menores reciben talleres de valores, son parte de obras de títeres y también les brindan refrigerio.
Allí acuden dos horas y para muchos ese refrigerio es su única comida del día.
“Algunos de ellos vienen sin comer, todos tienen un drama familiar que está marcado por la falta de oportunidades, otros tienen familiares con enfermedades catastróficas”, acota la educadora.
Los padres también acuden una vez al mes al sitio.
Desde hace dos años la fundación Calasanz tiene un convenio con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (Mies).
Edwin Soliz, último director distrital de la cartera de Estado, indicó en días pasados que los equipos técnicos hacen diagnósticos socio familiares, les hacen un seguimiento en todo el proceso de desvinculación del trabajo infantil.
El Mies se involucró en esta tarea desde el rescate de menores que laboran en basurales y camales.
En el 2015, el convenio fue firmado con la empresa pública social de la prefectura.
Ese año, a nivel provincial se identificaron 430 casos de niños trabajadores, de ellos 241 fueron reinsertados en el sistema educativo. y dejaron de trabajar.
Jordy es uno de ellos, hace dos años dejó de laborar con su papá como ayudante de albañilería.
Cuando acompañaba a su padre le pagaban 10 dólares extras a la semana.

Casos. Cuando cae la noche el parqueadero de un centro comercial ubicado en la avenida Esmeraldas se llena de niños que ofrecen legumbres y frutas en fundas.
Según Fausto Luzuriaga, director del Patronato Municipal, la entidad ha hecho el seguimiento a decenas de casos, en algunos se ha identificado que los padres mandan a sus hijos a trabajar porque ellos no quieren hacerlo.
“Daniel” tiene ocho años y dice que le ayuda a su abuelita a vender. Él aprovecha cuando los clientes del supermercado llegan en vehículos y les suplica que compren.
La historia es similar en las noches en la zona rosa, donde menores se dedican a la venta de rosas, lo mismo ocurre en la calle Venezuela.
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