Para los extranjeros que radican en Santo Domingo los invaden la nostalgia en estas fechas festivas, cuando tienen que disfrutar solos, lejos de los suyos.
“Llegar a un lugar desconocido, donde nadie es tu amigo y saber que tu familia está esperando tu regreso, son las situaciones más difíciles que tenemos que soportar”, dice Noelia Silva, venezolana.
Ella es una de muchas personas que tuvieron que dejar su patria y pasar estos días festivos lejos de sus allegados.
Lleva un mes desde que llegó de Venezuela y trajo consigo a sus dos hijos mayores de edad, y por el momento está laborando como ayudante en un local de venta de comidas rápidas, por el sector del anillo vial.
“Tengo que trabajar en lo que sea posible para mantener a mi familia. Venimos de un lugar donde la situación está muy dura y esta tierra nos ha brindado una segunda oportunidad”, señala.
Es periodista de profesión y aclara que no le importa a qué se dedique, siempre y cuando sea una labor digna, honrada y respetable.
Diferentes costumbres. Hermán Zuleta es colombiano y ha tenido que acoplarse a un nuevo estilo de vida.
Asegura que una de las cosas que más extraña en estas fechas es el tipo de celebración al que estaba acostumbrado.
“En Fin de Año y Navidad, allá todo es rumba y fiesta. En cada esquina hay baile y comida. Por ejemplo, la natilla y los boñuelos acompañados de un rico aguardiente, nunca faltan en las mesas”, afirma.
Él llegó a Ecuador hace 15 años y recuerda que sus inicios fueron duros y muchas veces pensó en regresar.
“Nadie creía en mí cuando llegué. Me arrendaron el local donde instalé la mecánica de motos solo por un mes, pero ya llevo casi 12 años”, comenta.
Él es mecánico y tiene su taller en la avenida Camino a Río Verde.
Desde que llegó, no ha tenido la oportunidad de regresar ni una sola vez hacia su tierra de origen. Ahora vive en la ciudad colorada con sus dos hijos, esposa y nietos, pero no descarta la posibilidad de algún día retornar.
> soledad. Diversos sentimientos invaden sus mentes y sus ojos se tornan brillosos cuando recuerdan estos días donde solían pasar con sus seres queridos.
Noelín Flores, venezolana, comenta que a pesar de que en Santo Domingo ha sido bien recibida y siente el aprecio de quienes le dieron un techo, extraña sus raíces.
“Nos cuesta mucho adaptarnos a una cultura diferente, aunque nos han tratado de la mejor manera. Extraño a mis amigos, mi gente, mi pueblo, el olor a la casa”, agrega.
Es oriunda del Estado Portuguesa, de Venezuela.
Comenta que la actual crisis económica que atraviesa su país, la hizo tomar esta decisión.
Dejó su hijo de cinco años al cuidado de su esposo. Planea quedarse tres meses, hasta que caduquen sus papeles de residencia temporal.
La tecnología los une. Las videollamadas por medio de las redes sociales son las herramientas que más utilizan para mantenerse en contacto con sus seres queridos.
Carlos González, venezolano, radica casi seis meses en Ecuador y asegura que la tecnología les puede jugar en contra.
“Ver a la gente que quieres y no poder abrazarlos, la comodidad de la casa en la que deseas estar, fotos de tiempos felices, de alguna manera te puede hacer sentir peor”, comenta.
Con 32 años de edad y abogado de profesión, ahora se dedica a vender productos de limpieza para costear sus gastos.
“Cuando vine, trabajé como repartidor de pan, luego como cuidador de carros a las salidas de lugares públicos, también de vendedor de refrescos y ahora de productos de limpieza”, dice.
Su hija de tres años y su esposa son su mayor inspiración y lo que lo fortalece para continuar de forma normal con su vida. En un futuro no muy lejano, comenta que los traerá a vivir con él para volver a darles el abrazo, el beso y el feliz año.