Cada año sucede así y es oportuno revisar lo transcurrido para planear los días por venir. 

Este año electoral, con sorpresas y todo, económicamente ha sido el peor de esta década que califican como perdida, o quizás robada, debido a todo lo que está aflorando sobre el derroche de nuestros dineros en la fiebre de construcciones no rentables, como tantas hidroeléctricas, refinerías y más. En febrero próximo habrá una consulta que liberaría de ataduras al actual gobierno para que estimule la iniciativa privada y reactive la producción, por ende la economía; obviamente debe dar la debida seguridad legal a quienes confíen en su gestión, requiriéndose las debidas reformas o derogatorias de perjudiciales leyes y normas como la de Comunicación, Plusvalía y Salida de Divisas, entre muchas otras que tienen al Ecuador en el mal sitio en que nos encontramos. Si esto ocurre así, podemos decir que en Ecuador todos tendremos un feliz 2018.