La tesis gubernamental indicaba que era una importantísima suma de dinero,  para ese progreso provincial tan necesitado y requerido por sus habitantes.

En verdad se invirtió en Manabí, destacándose obras como las carreteras, varios muelles pesqueros, proyectos educativos, entre otras, cuya eficiencia debería ser evaluada para determinar lo acertado de la inversión.

Nadie duda, por ejemplo, que las carreteras han dado mucho impulso a la comunicación terrestre intercantonal e interprovincial; pero hay que hacer un balance responsable del total de lo invertido con lo ganado, en la medida proporcional y directa a los beneficios y logros conseguidos. Pero también hay de las otras, que han sembrado dudas, como la inversión descomunal para hacer la planicie donde se construiría la Refinería del Pacífico; o el acueducto que le abastecería de agua desde La Esperanza.

Y las mismas carreteras y escuelas del milenio, de las que se han comentado ciertas dudas en cuanto a lo correcto de la inversión.

Por ello, luego de los escándalos de corrupción que han conmovido al país, vale que el Gobierno inicie una revisión al gasto realizado, para ratificar el acierto de las obras y del acrisolado manejo de los dineros del pueblo ecuatoriano.