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Periodismo libre
Periodismo libre
Por: Carlos Intriago Macías

Martes 19 Diciembre 2017 | 04:00

En cualquier país, la democracia está en riesgo si se desprestigia a la prensa.

Los periodistas tienen tribunales de excepción, se premia con la pauta oficial o se castiga con exorbitantes multas a los medios privados; la comunicación militante se impone a la opinión pública.
Los medios públicos son secuestrados por un proyecto político; los censores trabajan sin señalamientos deontológicos, controlan a los mass media y descalifican a los organismos internacionales defensores de la libertad de prensa. 
Peor sucede en las dictaduras, donde los agentes del “Estado de propaganda”, con grandes sueldos e ilimitado poder, se hacen cargo de las redacciones, cámaras, micrófonos y páginas de internet para implementar campañas de desprestigio en contra de sus colegas.
Vulneran la incidencia de los principios periodísticos, practican actitudes amorales en el manejo de la información para ocultar la corrupción; adoctrinan y secuestran a empleados radiales, hacen injerencia editorial y comunicación política manipuladora.
Enjuician a los periodistas independientes con absoluta subjetividad por supuestas injurias calumniosas cuando éstos critican a las autoridades de facto. 
Lejos de este contexto, en Ecuador contempóraneo la actividad profesional del periodista se está realizando en medio de profundas transformaciones motivadas por los cambios políticos, económicos, sociales, culturales, legales, tecnológicos e informativos. 
Por ello, lo ético se constituye en la brújula para avanzar en la libertad de expresión, que guarda estrecha relación con la libertad de enseñanza, la libertad de cátedra y la libertad de información, sin censura previa.
Por tanto, sería importante analizar en las universidades, medios de comunicación y sociedad civil, los factores de noticialidad, las cuestiones éticas del periodismo, el rol que los comunicadores sociales deben de cumplir en sus espacios laborales, sean estos la prensa, instituciones públicas o empresas transnacionales. 
No hacerlo podría significar una grave omisión en la formación de nuevos periodistas, los cuales como personas íntegras tendrían que afiliarse a sus respectivos colegios provinciales, participar activamente en los comisiones de defensa profesional y los comités de ética interna, debatir con base en la realidad y la experiencia sobre la confianza de los ciudadanos, credibilidad, autorregulación, aceptación, discursiva mediática y su valor en una sociedad donde predomina la opinión libre, crítica y autónoma.
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