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Convive con los recuerdos de su esposo asesinado

Casi todos los días, cada vez que lo recuerda, las mejillas de Alexa Mieles se humedecen con sus lágrimas.

Jueves 12 Octubre 2017 | 04:00

Evocar los momentos vividos junto a su esposo José Gregorio Moreira Zambrano la hace mezclar sonrisas con dolor. José Moreira pereció de un balazo en la cabeza. 

El 20 de mayo del 2014, mientras Moreira conducía su taxi, un pasajero que iba en el asiento posterior del vehículo sacó un arma y lo mató. Y es precisamente esa imagen del cuerpo ensangrentado dentro del automotor lo que Alexa Mieles no puede olvidar.
La noche previa al asesinato, José Gregorio merendó como pocas veces. “La ensalada de vainitas la disfrutó tanto que hasta repitió. Lo contemplé con cariño, ya que se concentró en lo que estaba haciendo”, dice.
Agrega que en la madrugada, cerca de las 04h00, salió a trabajar desde su casa en la ciudadela San Jorge y dos horas más tarde un amigo taxista fue a decirles lo acontecido. “Era algo que no se podía creer, cuando llegamos al lugar se me partió el alma con lo que vi”, sostiene.
Decente. Mieles manifiesta que su esposo fue un hombre decente, honesto y trabajador. Se casaron en 1980 tras un noviazgo de 9 meses; ella es oriunda de Olmedo y él, de Bonce, del cantón Santa Ana.
En 34 años de matrimonio crearon recuerdos imborrables, y poco tristes. Frentearon con amor y paciencia los problemas de pareja. 
Doña Alexa dice que varias veces conversaron del futuro y la muerte. José le pidió que si en algún momento le pasaba algo a él, que se mantuviera flaca y vendiera el auto, “pero han sido cosas que no he podido cumplir”, afirma, y añade que está subidita de libras y el taxi le sirve para el sustento diario.
En la casa existe un pequeño jardín, a cuyo cuidado Mieles le dedica varias horas del día. Sabe el nombre de cada planta que tiene y las riega con cariño.
Impactante. Alexa Mieles asegura que la muerte del padre de sus dos hijos (ambos adultos), así como se dio, la impactó fuerte.
Afirma que en todo momento le prodigó cuidados y actuaba con respeto ante sus semejantes. “Le gustaba pagar sus deudas y adquirir pocos compromisos”, comenta.  
La mujer recuerda que ella era la “niña bonita de la casa”, así como mimada y consentida. Toda actividad física era cosa de su esposo, y ella se encargaba de la cocina.
Con la partida de José Gregorio, asevera, le tocó asumir el rol de hombre y mujer en su vivienda. Es quien se encarga de cortar la maleza, de la limpieza, comprar el cilindro de gas y el agua en bidón.  “Me dejó mal acostumbrada por el buen trato que me brindó en todo momento”, indica.
Justicia. La mañana del 20 de marzo del 2015 el Juzgado Único de Portoviejo informó que el asesino del taxista, identificado como Fidel L., miembro de la Policía Nacional, fue sentenciado a 25 años de prisión tras ser encontrado culpable. 
Las cámaras de vigilancia del vehículo, conectadas al ECU-911, grabaron el momento en que el homicida activó el arma y terminó con la vida de José Moreira.
El sujeto estuvo prófugo pocas horas y ante la evidencia no tuvo más que pedir perdón por sus acciones. Tras la aprehensión la Comandancia de la Policía organizó un acto público donde fue degradado.
Allí, ante la mirada de sus compañeros, a Fidel L. le quitaron las insignias policiales y luego fue recluido para que la justicia siguiera su curso.  
Los dolientes dijeron que la justicia tenía que ser dura cuando era necesario.
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