Creemos que nunca es tarde para seguir insistiendo en la necesidad de proveer de agua potable a las poblaciones urbanas y rurales; y tal como se dice en ese editorial, “Las constantes demandas que hacen los pueblos por el suministro de agua para satisfacer sus necesidades elementales, evidencia cada día más el desinterés de los gobiernos por abordar, de una buena vez, el grave problema del desabastecimiento del líquido que sufren innumerables comunidades en todo el país”, tal como ha venido pasando en todas las regiones de Manabí y, principalmente, en una ciudad como Bahía de Caráquez, ubicada  lejos de las fuentes naturales de agua dulce.

Por esta última circunstancia, desde hace décadas se construían las viviendas con los llamados aljibes, que receptaban el agua de las lluvias invernales y que servían para el racionado abastecimiento durante el verano. El que no tenía esos aljibes conseguía el agua que se traía desde Tosagua en los tanqueros del ferrocarril, que se distribuía en los barrios en los barriles transportados por burros.

Poco a poco se fue mejorando el abastecimiento de agua, llegando entubada desde el mismo Tosagua, pero sin tratamiento químico; hasta que se creó la planta de La Estancilla para dar agua potable a Bahía de Caráquez, y luego a Tosagua. Posteriormente se incluyó a San Vicente y luego a Calceta y Junín, para lo cual se formó la mancomunidad integrada por cinco municipios.

De todas estas ciudades y sitios, a lo largo del recorrido de la tubería, las más afectadas por daños y averías han sido las del sector norte; es decir, Bahía de Caráquez y San Vicente, que han sufrido desabastecimiento por prolongados periodos, debiendo destacarse que, a pesar de esto, la oficina que más recauda por pago de los usuarios es la de Bahía de Caráquez.

Desde hace algunos años, y con el fin de mejorar ese necesario abastecimiento, se viene sugiriendo la construcción de otra planta de tratamiento en un sitio más cercano, identificado como Simbocal, entre los sitios Larrea y La Margarita, para suministrar de agua potable a Bahía de Caráquez y San Vicente.

Lamentablemente, los años pasan y “no se aplica un esfuerzo decidido a resolver esta necesidad apremiante”, como lo dice también ese comentado editorial, el que más adelante manifiesta que esos pueblos “son atendidos con paliativos que desaparecen rápidamente”.

Por todo esto es que terminamos nuestra temática de hoy, tal como lo hace ese editorial: “Se requiere entonces una normativa oficial enérgica y precisa o una voz popular unida para lograrlo”. 

Unámonos ya y exijamos la solución que dé agua potable permanente a Bahía de Caráquez.