El próximo 18 de noviembre se cumplirán 11 años de la muerte de estos jóvenes, quienes fueron atropellados por una camioneta, cuyo chofer saltó el parterre central, invadió carril y atropelló al grupo que estaba en los exteriores de la entonces discoteca Black Daddy, en la avenida Manabí, según narraron los familiares y los reportes policiales de esa época. 

Sabor amargo. Oswaldo Zambrano, padre de Ivonne, dijo que presentó la denuncia, pero nunca se detuvo al chofer responsable.

“Él anda bien campante por las calles de Portoviejo, sin que nadie haga nada. El momento que quisimos actuar con la Policía fue imposible, encontramos oídos sordos. Es posible que a los de más acá, a los campesinos, no se nos trate como se debe tratar a las personas”, comentó.

Agregó que estuvieron en todas las audiencias a las que se convocó en la Fiscalía, pero nunca se detuvo al hechor y no tuvieron a quién juzgar.

“Me hostigué de gastar dinero y no conseguir nada de la justicia, por eso estoy esperando que sea la justicia divina que juzgue lo que ocurrió. Soy muy católico y he tenido propuestas deshonestas, montones, pero no curo nada con eso y mi hija no va a revivir, pero sí nos queda un sabor amargo”, añadió. 

“Yo creo que la forma en como mi hija perdió la vida, a manos de un chofer que conducía en estado etílico, debe ser juzgado con el máximo de la ley, pero no se lo hizo”, señaló.

Comentó que aunque ha perdido a su madre, a sus abuelos, a una hermana, no ha sentido tanto dolor como el de perder a su hija. Tanto así que su esposa aún viste de duelo.

“El dolor de perder un hijo es durísimo, indescriptible, no podría ni siquiera decirle lo que se siente, hay que vivirlo. Muchos amigos saben decir que la vida continúa y me disgustaba que me dijeran eso porque perdimos a un ser nuestro, el dolor de perder un hijo es durísimo”, reiteró.

Oswaldo Zambrano refirió que tanto es el dolor que los embarga, que aún conservan las pertenencias de Ivonne. “Todas sus cosas están allí, la cinta de cuando fue reina, su ropa; su cuarto, las sábanas de su cama son cambiadas cada dos días. Hacemos de cuenta que ella está de viaje”, comentó mientras secaba las lágrimas que se desprendieron de sus ojos. 

No denunciaron. Leyda Intriago, madre de Tyrone, señaló que el dolor que siente por la partida de su hijo le impidió presentar la denuncia. “Se lo dejé a Dios, que sea el tiempo y el destino quienes se encarguen”, comentó. Señaló que a pesar de que el papá del acusado llegó a su casa, nunca hubo un acuerdo económico.

José Cedeño, padre de Ileana, manifestó que él tampoco presentó denuncia porque, explicó, el mayor juez es Jesús. 

“Por toda acción que haga en la tierra, jamás podré recuperar al ser humano que perdí; puede haber la justicia en la tierra y se puede cumplir una sentencia para que pague el culpable, pero esa sentencia no me devuelve al ser querido que se me llevaron al cielo”, dijo.

Agregó que él no llegó a ningún acuerdo con los familiares del acusado.