“Mirar al Sol siempre es peligroso”, detalla a Efe Sergio Barbero, del Instituto de Óptica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien recuerda que el daño puede aparecer desde el primer momento.
El Sol, explica, emite una gran cantidad de energía -radiación solar- que al atravesar el ojo se concentra en la retina y una concentración intensa de esa energía sobre esta puede dañarla provocando ceguera parcial (o total) irreversible.
Por eso, recalca, no hay que observarlo de manera directa y con los ojos desnudos; tampoco con soluciones “caseras”, tipo radiografía o gafas de sol convencionales: “La manera segura es utilizar visores homologados por el estándar internacional IOS 12312-2”.
Ricard Casas, del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC) de Barcelona, también insiste en lo mismo: para mirar al cielo hay que usar gafas de eclipse, que no dejan pasar la luz infrarroja ni ultravioleta, y hay que huir de apaños caseros.
Además de las gafas de eclipse, que se pueden adquirir en ópticas y en lugares vinculados a la astronomía, los expertos aconsejan, si se usan prismáticos o telescopios, poner filtros en los objetivos.
Para Casas, un eclipse solar total es ante todo un espectáculo, que no es fácil de ver. No obstante, también aporta conocimiento desde el punto de vista científico.
Aunque desde hace años existen instrumentos capaces de medir la cromosfera y la corona solar, un evento de este tipo sirve a la comunidad científica para repetir estas mediciones y comparar datos. Los eclipses también sirven para medir con precisión el diámetro de este astro.
El eclipse fue un acontecimiento en EE.UU., donde fue total y se vio de costa a costa. EFE