La decisión la tomó tras la enfermedad de sus padres. 

“Me gusta cantar y empecé haciéndolo en los carros, pero mi garganta me dolía cada vez más”, señaló.

Sueño.  Este joven tiene 20 años, pero ha pasado los último cinco trabajando en la venta de dulces. 

Con las ganancias se paga los estudios. Su principal sueño es convertirse en ingeniero agropecuario.

“Muchas veces me despierto y me siento tan cansado que me han dado ganas de retirarme y dejar de soñar”, relató el joven Arana. 

A pesar del cansancio se levanta, se viste y acude a la Facultad de Agronomía a recibir clases y aprender de la profesión que asegura, le va a cambiar la vida.

Trabajo.  Empezó a cantar en los buses desde que tenía 15 años, pero en la actualidad más le hace a la venta de caramelos.

“La primera vez me moría de nervios, pero tenía dos cosas importantes en mi mente, ayudar a mi familia y mis sueños”, explicó.

Arana es carismático y espontáneo, cuenta que no se complica la vida, pero hay días que siente que ya no puede más.

“En tercer semestre pensé en retirarme, pero al sentir la emoción de mis compañeros de aula, ya que todos pasamos a cuarto semestre me motivó a no abandonar uno de mis sueños”, recalcó. 

Todos los días sale de la universidad a las 14h00 y regresa a su casa en Nuevo Babahoyo para almorzar. “Soy de la parroquia La Unión, pero para gastar menos decidí venir a vivir cerca de la facultad de agronomía”, dijo.

El joven soñador señala que a las 15h00 sale a trabajar vendiendo diferentes dulces para así obtener dinero y pagar las impresiones y trabajos de la universidad. 

“No descansaré hasta obtener lo que quiero, ahora la vergüenza no se lleva conmigo”, añadió. No gana mucho, pero su sueño es superior a cualquier obstáculo.