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El suicidio avanza

Domingo 09 Julio 2017 | 04:00

El suicidio es un flagelo que avanza y carcome la sociedad, debido a que el ser humano cada vez vive en mayor soledad espiritual, rodeado de exigencias constantes y conflictos que lo llevan a la desesperación, estado en el cual pierde el dominio sobre su propia voluntad y que anula el estado conciencial, lo cual lo encamina a buscar una salida inmediata, sin llegar a darse cuenta de las consecuencias que tal determinación produce.

Las estadísticas en nuestro medio van en crecida, constituyéndose en motivo de preocupación.
Los factores multicausales del suicidio tienen diversos niveles de impacto psicoemocional; así, el suicidio infantil es más doloroso que el del adulto o el del adolescente, y más impactante que el del anciano; pero en definitiva, el suicida considera que es la única forma de resolver un problema. Definiéndose al suicidio como la acción de quitarse la vida de forma voluntaria y premeditada, las prácticas se constituyen en un fenómeno más determinante en las ciudades que en el campo y, generalmente son más hombres que mujeres los que se suicidan.
Las formas de suicidio son variadas, dependiendo del raptus suicida (estado emocional): unos son violentos y hasta crueles, como prenderse fuego, lanzarse de un edificio o puente, uso de armas blancas o de percusión (pistolas, revólveres, carabinas), ahorcamiento; en otros casos mediante fármacos por sobredosis. También hay formas silenciosas y lentas de suicidio, como el caso de los drogadictos. Existe el “suicidio poético” donde se eliminan por parejas para encontrarse “en el más allá”; o cuando los celos invaden el uno mata a su pareja.
Como prevención, es importante considerar las diferencias existentes entre el suicida potencial (que lo intenta verdaderamente) y el pseudosuicida (que amenaza, que amaga y nunca lo hace). También es urgente darse cuenta los cambios significativos de humor, las depresiones de tipo grave, las malas relaciones afectivas y escasa comunicación entre padres e hijos, familiares o amigos. 
Los estudios psicológicos consideran tres instancias en la personalidad del suicida: un estado previo, donde se reconoce también la presión que ejerce la sociedad y que lleva al desequilibrio emocional (suicidio altruista). Luego viene la ejecución misma, ese momento crucial se denomina raptus suicida, donde aprieta el gatillo, se lanza al vacío o se toma el veneno. El raptus es un enceguecimiento conciencial, se apaga la luz. El tercer escenario se produce cuando el acto suicida falla (pseudosuicida y/o intento fallido), lo cual convierte al personaje en un peligro potencial para sí mismo o para los demás.
Prevenir es la solución y lo importante es disminuir de manera inmediata la carga de estrés y ansiedad, buscar ayuda profesional especializada y/o llamar a los teléfonos de emergencia cuando la situación amerita.
Manabí necesita de urgencia la creación de un Centro Médico de Enfermedades Mentales, con un equipo completo de neurólogos, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, educadores, entre otros, que enfrenten este grave problema social.
(*) (Doctor-psicólogo)
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