A quienes escuché, se referían a la “torre mocha” de la iglesia de Montecristi, cuya parte superior se vino al suelo por el terremoto del 16A de hace más de un año; es su tramo final el que está ausente del conocido paisaje de hace tantos años, donde esa torre dominaba la escena mucho más que la llamada Ciudad Alfaro, donde se hizo la actual constitución. Es como que algo muy simbólico le falta a la cuna del Viejo Luchador; vista desde lejos, con el fondo del cerrito de ese mismo nombre. Y comentaban que ya es tiempo de que las autoridades eclesiásticas y del GAD de ese cantón echen manos a la obra para reparar esa ausencia. Pasó ya un noviembre con las fiestas de la Virgen de Monserrat, donde la generosidad del pueblo se manifiesta, lo que aumentado con actividades productivas de recursos, más alguna colaboración municipal deben hacer factible, ya que la cúpula de la torre luzca como siempre la recordamos, como un ícono de Montecristi. Lo clamamos quienes amándolo, visitamos siempre al viejo cantón.