Nelly es la madre del jefe del Cuerpo de Bomberos de Portoviejo, William Salazar, quien se ahorcó el jueves pasado en su casa.

Ella se desespera cuando se acerca al féretro. Se opone a creer que allí esté su hijo.

Ella recibe abrazos y palabras de aliento para aceptar los designios de Dios.

El dolor es general en la sala de velaciones. Las tías, el padre, los amigos y otros familiares lloran la repentina partida de Salazar. Nadie se explica qué pasó ni por qué el jefe bomberil decidió quitarse la vida, tras celebrar su cumpleaños 40.

Dos bomberos y dos policías municipales forman la corte de honor en los extremos del ataúd, hasta donde se acercan familiares y amigos para ver el cadáver de Salazar.

“Lo llamé el día de su cumpleaños y me dijo: ‘China muchas gracias y ora mucho por mí’, y como se me terminó el saldo no pude seguir hablando con él”, expresó Daniela Cedeño, quien era amiga de Salazar y allegada a la familia.

En la parte exterior de la funeraria, sobre la calle Chile, estacionaron dos vehículos de ataque contra incendio y una ambulancia del Cuerpo de Bomberos de Portoviejo, mientras que en las sillas cubiertas por dos grandes carpas estaban sentados bomberos y otras personas que conocieron al occiso.

Al lugar llegaron concejales, jefes departamentales y otros funcionarios del Municipio de Portoviejo, donde Salazar laboró los últimos dos años.

Todos se han unido al dolor de la familia.

El excapitán de la Policía estuvo casado con Ximena Mendieta y tuvo cuatro hijos.

Los bomberos indicaron que hoy realizarán un protocolo especial para despedir a su comandante, donde incluso esperan efectuar el “cruce de agua” que es parte de la ceremonia, en el que dos motobombas lanzan agua de un lado a otro, formando un túnel por donde pasa el féretro.