Sale todas las mañanas hasta el sitio a la espera de que los productores de la gramínea se interesen por su semilla preparada artesanalmente para la siembra. 

Él se ubica en la calle Machinaza, frente al parque Weinza y relata que vende de 30 a 50 libras diarias. 

El campesino sostiene que  su producto es de gran calidad y más barato que en los comerciales de agroservicios, quienes la venden a ocho dólares. 

Veas y otros agricultores despachan la libra de la semilla de maíz en 1,20 dólares, lo que según él,  genera un gasto menor a los pequeños productores. Aseveró que la mayor demanda proviene de maiceros de la zona de las Abras de Mantequilla.

Capacitación.  Veas mencionó que en el 2016, a través del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida),  recibió capacitaciones en el cantón Puebloviejo para el aprovechamiento de los recursos agrícolas. 

La idea del Fida era que los agricultores estuvieran preparados para trabajar en sus propiedades aprovechando la materia prima que producen.

“Yo siendo nacido en el campo, no sabía podar, injertar, seleccionar varetas, hacer análisis de suelo, polinizar el maíz. Ahora evito gastos innecesarios, especialmente en la compra de la semilla en época de siembra”, manifestó Veas.

Además, narró como experiencia que en la preparación de la semilla de arroz fracasó, ya que al sembrarla se dio cuenta que la producción fue mala y la cosecha no tuvo el peso y volumen esperado.

Jorge Bustamante Cabrera, quien se sitúa también en la calle Weinza, es maicero del recinto Puerto Pechiche. 

Él también vende una “semilla barata”, la misma que es preparada con el objetivo de generar ahorros en el productor maicero. 

“No porque sea barata es de mala calidad, la única diferencia es que no tiene el sello de una empresa. Desde hace tres años vendemos un producto garantizado y de alto rendimiento para los pequeños maiceros”, manifestó Bustamante.