La corrupción viene de antaño, pero la de los últimos diez años tiene condiciones especiales: fue negada sistemáticamente por el Gobierno de Rafael Correa y todo su aparato de propaganda, el periodismo de investigación fue destruido para que no la denunciara y se controló a todos los órganos de vigilancia y justicia.

Como muestra de lo señalado se tiene que los escándalos que ocupan la atención por estos días no fueron detectados por los entes públicos llamados a hacerlo, sino que se conoce por el periodismo y entes de investigación del extranjero.

Ahora, cuando en la Asamblea Nacional las fuerzas políticas están mejor equilibradas que en el período anterior, se abre la opción de establecer juicios políticos a varios de los responsables.

Estas interpelaciones no hubieran sido posibles si un solo partido controlara la Asamblea Nacional, como en la pasada temporada, ya que entre los políticos afines se hubieran protegido,  como sucedió durante varios años. 

Entre las lecciones que dejan estos episodios están que no debe haber un partido político único dominante, que hay que evitar que cualquier partido controle todos los poderes y que hay que proteger a la prensa independiente. Es decir, que hay que reformar el Código de la Democracia, el Código de Participación Social y la Ley de Comunicación.