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Cangá superó a la adversidad

Llegaba a los entrenamientos en bicicleta y dedicaba el tiempo libre a cocinar y a lavar la ropa.

Martes 04 Julio 2017 | 04:00

Es el mismo Marcos Cangá de hace cuatro años, juega en el mismo equipo, pero toda su realidad cambió. Pasó de jugar en el Ascenso, con canchas que parecían potreros, a ser protagonista del Delfín finalista del torneo nacional y clasificado a su primer torneo internacional.

Su historia va bien con el lema “los sueños se cumplen”.
En 2013 llegó a Delfín proveniente de Juventud Minera. Tenía 24 años y a nadie se le hubiera ocurrido que algún día llegaría a ser considerado uno de los mejores laterales derecho del país.
Con su edad, no era precisamente un juvenil con proyección, pero él se tenía mucha fe. Ese año confesó que admiraba a Antonio Valencia, a quien veía jugar para aprender su forma de correr, centrar y hasta cómo llevaba el uniforme: medias arribas y camiseta por dentro de la pantaloneta.
Ese año Delfín se abría paso por el Ascenso y Cangá por el extremo derecho, mientras en Tarqui el comercio seguía su ritmo, ajeno a la desolación en la que se sumiría tres años después por un terremoto.
Por entonces se había ganado el cariño de la afición “cetácea”, muchos de ellos comerciantes ubicados en la hoy conocida “zona cero”. Ellos le regalaban alimentos a Cangá pidiéndole que ayudara al equipo a volver a la Serie B. El lateral cumplió.
Rápido y fuerte, el jugador fue figura en ese año. Vivía en Los Esteros, lavaba su ropa, cocinaba, viajaba en bus. Cobraba poco y a veces los sueldos se retrasaban. Con un premio por un partido ganado, se compró una bicicleta para ahorrar dinero. Llegaba puntual a los entrenamientos y fortaleció más sus piernas con el pedaleo constante. Quizás esa sea la razón de que nunca se lo ve cansado por el lateral derecho.
 
La tragedia. La mañana del 11 de agosto del 2013 recibió la noticia de que a su compañero, Freddy Castillo, lo habían asesinado a tiros.
Eran buenos amigos. La muerte lo quebró, pero enseguida se comprometió junto al equipo a  ascender en memoria de Castillo. Así fue. Cangá aún guarda una camisa de entrenamiento del defensor fallecido. Es una prenda que le recuerda de dónde viene.
—Castillo tenía gran calidad. Estuviera aquí en el equipo —dice.
 
El cambio. Cuatro años después, el lateral vive una nueva realidad. Ya no pasa peripecias para llegar a fin de mes, se ha comprado un auto, tiene una esposa y una hija, jugará la final del torneo y Copa Libertadores con Delfín, club con el que tiene dos años más de contrato.
—Manabí me ha dado mi familia y lo que soy en el fútbol —cuenta el esmeraldeño de 28 años.
La vida del lateral cambió en 2014. A mitad de año, recuerda, llegó José Delgado a la presidencia del club y con él los pagos al día. Además, le renovaron el contrato.
—Soy un agradecido con la gente que me ha ayudado, con Rafael Santana (en ese entonces jefe de prensa), quien me llevaba a entrenar en su carro, con la gente generosa de Tarqui —expresa.
Esa gente hizo que no se rinda cuando el sueño de llegar al torneo de la Serie A parecía lejano, eso lo mantuvo en pelea. Siguió entrenando, muchas veces quedándose minutos después de terminados los entrenamientos para practicar centros. Hoy el esfuerzo ha dado resultados: es el único jugador de los que ascendieron que estuvo en la Serie B y llegó a la Serie A. Ahora dará un salto internacional, pero sigue siendo el mismo, solo que ahora viaja en carro.
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