Actualizado hace: 938 días 11 horas 35 minutos
“Nadie tras un volante sale a matar...”
“Nadie tras un volante sale a matar...”
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 02 Julio 2017 | 04:00

“Señor, nadie tras un volante sale a matar. Los profesionales solo vamos a cumplir con nuestro trabajo; transportar a quienes requieran nuestros servicios, porque lo que hacemos es servir”.

Lo escuché de un dirigente de la transportación provincial de taxis, durante una entrevista radial. Y estoy de acuerdo.
Sin embargo, a diario se registran accidentes que atemorizan a la población y la aterrorizan cuando los resultados son trágicos, por la pérdida de vidas o por graves lesiones a veces permanentes en quienes las sufren.
¿Motivos? Si bien en ocasiones intervienen causas exógenas al conductor -reventón de llanta, pérdida de frenos, alcantarillas sin tapas, etc.-, la imprevisión, la impericia, la inobservancia y la irresponsabilidad, caracterizada por el abuso, lideran los motivos de las catástrofes.
Mas, si bien en principio las expresiones del dirigente sindical tienen su verdad, no deja de ser cierto el cúmulo de factores que empujan a que el grado de liberación de culpa sea contrastado con las acciones que a diario se observan en calles y carreteras, sobresaliendo una clara actitud ofensiva de los conductores en general, con marcada ocurrencia en los del transporte público.
Si no, recordemos parte de una serie de violaciones a la ley de tránsito y sus reglamento: irrespeto a toda señalización como el semáforo; ocupación de la zona cebra, exagerada velocidad, estacionamiento en lugares prohibidos y a dos columnas, calles de una sola vía con dos carriles que se las hace de a tres ocupando la línea divisoria; invasión de vía para cruzar semáforo en verde sin hacer la columna de quienes esperan el turno.
A ello agreguemos el poco uso de las luces direccionales, uso indebido del pito, exceso de pasajeros, subida y bajada de estos en media calle, competencia entre buses, mal uso de las luces, carencia de estas, hablar por celular, manejar en estado etílico, conducir motos con cinco ocupantes, especialmente niños, entre otras invitaciones a sufrir o causar accidentes.
Nadie sale a matar conduciendo su vehículo, pero ¿cuántos sucesos desagradables se han presentado por los excesos someramente comentados en líneas anteriores, que nos convierten en virtuales agresores, culpables directos o indirectos de hechos lamentables, censurables y condenables porque ocasionan daños y atentan contra la seguridad pública y personal?
Por ello es imprescindible una revisión de procedimiento, de concienciación y conducta, principalmente en las escuelas de conducción y en los gremios, para imponer en sus asociados una mentalidad de responsabilidad antes de mercantilismo, al igual que en las futuras promociones de profesionales del volante.
Paralelamente, un control eficiente por parte de las autoridades de tránsito y una oportuna y correcta aplicación de la justicia, para detener este riesgoso desorden y ayudando a que “nadie tras un volante sale a matar” no se quede solo en una muletilla.
 
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