No lo sé, pero me resulta difícil creer que exista una historia en el mundo como la del estadio Jocay y Delfín.
El escenario fue herido de muerte luego del terremoto de abril del 2016. Una tribuna tuvo que ser derribada, la otra no puede ocuparse por ser un riesgo para los aficionados. Solo quedan las dos generales, esas que están atrás de los arcos. Son las hijas huérfanas que acogen a los hinchas. Allí se apretujan los que llegan desde Los Esteros, Tarqui, Santa Martha y Cuba Libre.