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Quevedo
Corriente de trabajo en el río

En Quevedo hay una creencia popular de que si alguien de otra ciudad se baña en el río se queda a vivir en la ciudad.

Lunes 26 Junio 2017 | 12:20

Muchos se muestran escépticos al escuchar tal declaración y no falta algún foráneo que la corrobore.

Pero, más allá de si el afluente del cantón hace que la población crezca si se sumergen en sus aguas, lo cierto es que el río es una fuente de vida que hace que cientos de personas encuentren en él el sustento de su hogar.
Uno de ellos es Pastor Chávez, quien es parte del grupo de 300 pescadores artesanales que hay en Quevedo.
Don Chávez, como lo conocen los cerca de 25 comerciantes de mariscos que venden sus productos en la plaza, ubicada en la parroquia San Camilo, señala que los peces de agua dulce, como el bocachico, son los más apetecidos para la elaboración de platos típicos de la zona como el bollo, la cazuela y el encanutado.
El afluente también genera ganancias a las mujeres. Decenas de madres de familia trabajan llevan el sustento a su hogas lavando ropa en el río. Una tradición que no se ha perdido con el paso de los años.
SE ALISTAN. El artesano asegura que la temporada de la pesca iniciará la última semana de julio y se extenderá hasta diciembre. Con el cese del invierno disminuye la turbiedad del agua y es más fácil atrapar los peces.
Para pescar no hay horas definidas. Uno de los métodos para capturar las especies es la pesca de arrastre, la cual está permitida por la Subsecretaría de Recursos Pesqueros. 
En esta práctica, coloca las redes en las empalizadas a las 18h00, y retorna al siguiente día y recoger lo que quedó en la malla. 
Lo hacen en Quevedo y los afluentes de Patricia Pilar (Buena Fe) y Mocache, son otro punto de encuentro de algunos pescadores locales. 
En las cuatro décadas que lleva navegando y buscando peces para ganarse la vida, el artesano recuerda se han visto otros animales que han causado temor.
Se trata de las tortugas, serpientes, que también sueles caer en las redes.
Los caimanes y nutrias son huéspedes del río Quevedo, pasan más tiempo en las orillas.
PESCA ILEGAL Y VONTAMINACIÓN. Uno de los mayores enemigos que enfrenta la pesca artesanal es a quienes usan trasmallos y productos explosivos que atentan contra el ambiente y la fauna acuática. “Por temor a represalias no denunciamos a los pescadores informales, porque por lo general siempre están armados”, recalcó Chávez. Los pescadores se quejan por la contaminación indiscriminada que existe, ya que según ellos, los desechos de algunas empresas extractoras de aceite de palma,  bananeras,  fincas y haciendas siguen siendo arrojados a los ríos, a pesar de que técnicos del Ministerio del Ambiente  y de la Subsecretaría de Recursos Pesqueros regulan y controlan estas acciones, no se ha podido erradicar.
Ellos aducen que estos desechos han provocado que la variedad de peces adquieran mal sabor y la producción disminuya. 
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