Ciertamente, en la Academia se está priorizando la calidad ante la cantidad de estudiantes, lo cual era impostergable pese al costo social comprobado: por cada cupo que ofrecen las universidades hay 13 postulantes. 

Lo dijo el cineasta Sidney Lumet: Para algunas cosas disponemos de un talento natural; otras hay que aprenderlas. Algunas cosas, sencillamente, somos incapaces de hacerlas. 

El sistema liderado por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces) orienta a la juventud hacia el liderazgo que el país necesita entre quienes han logrado cosas magníficas. Por ejemplo: Ser abanderados, ganar cupos universitarios y no quedarse en nivelación.  

Por esto, se supone que a los estudiantes sí les importará ser actores y protagonistas de la evaluación externa y acreditación. Y, en consecuencia, ubicar a su universidad en las categorías A o B.  

Recordemos que es el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval) el que toma la prueba “Ser Bachiller”, que incluye las asignaturas de Matemáticas, Lengua y Literatura, Ciencias Naturales y Estudios Sociales. 

En “Ser Bachiller”, Manabí siempre ha estado más bajo que el promedio del ciclo. 

Los niveles de logro en Matemáticas, Ciencias Naturales, Lengua y Literatura son alarmantemente insuficientes o elementales. 

Gracias al logro satisfactorio en Ciencias Sociales, nos libramos de más vergüenzas en análisis rigurosos.  

En nuestra provincia tienen las mejores calificaciones los colegios particulares de Portoviejo, Bahía  de Caráquez, Manta, Jipijapa, Montecristi y Pedernales. 

Por el contrario, los puntajes para la postulación a la educación superior de los colegios públicos más importantes de Manta y Portoviejo están bajo los 800 puntos. 

Hay estudiantes que  dan pena en álgebra y geometría, comprensión de textos literarios, ortografía, gramática, sistemas de vida, ecosistema, relación entre la sociedad y el espacio geográfico, etcétera. 

Todos los manabitas deberíamos interesarnos en este problema antes de que las aulas de nuestra provincia se llenen de estudiantes de otras regiones  y nuestra juventud no tenga ni estudio ni trabajo, es decir, ni presente ni futuro.