“Tengo que aprovechar las últimas gotas para el sembrío de tomate”, señaló el agricultor Félix de la Cruz, que junto a un compañero sacan el agua por medio de tuberías y la ponen en una cisterna montada en una camioneta, luego el líquido lo llevan a dos kilómetros donde tiene la plantación de tomate. Calcula que en dos meses estará lista la cosecha y hasta entonces tendrán que buscar agua “donde sea”. 

Recordó que hasta hace un mes, durante el invierno, había agua suficiente que caía del cielo, la tierra estaba húmeda y no tenían el trabajo extra de buscar el líquido; sin embargo, señaló, “apenas se fueron las lluvias vino la sequía”, por lo que miles de agricultores y ganaderos deben hacer malabares para salvar sus plantaciones o sus reses.

En realidad en Manabí cada año sucede lo mismo: Inundaciones en invierno y sequía en verano, indicó Santos Pin, agricultor de la comunidad Quimís, quien recuerda que en la provincia sucede algo particular y es que no reciben agua permanente por el deshielo de los Andes o por ríos inmensos, como sí sucede en otras provincias.

Además agregó que la falta de tapes o de pequeñas compuertas evita que el mucho o poco volumen de agua que cae del cielo en invierno se retenga y “en cada temporada pasamos de un extremo de anegaciones a sequías”, mencionó. 

Edgardo Moreira, médico zootecnista, señaló que en el caso del ganado, una res cada día requiere 60 litros de agua y consume el 10 por ciento de su peso en forraje (hierba).

Además, si en dos días no toma agua se deshidrata y empieza una crisis que la puede llevar a la muerte, por eso dice es vital que el animal tenga líquido.

Clima. La ausencia de agua empieza a sentirse. 

Carlos Mina, técnico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), en Portoviejo, indicó que el invierno prácticamente ya se fue y en junio no se han reportado precipitaciones hasta ayer. 

Mencionó que ya en mayo las precipitaciones se mostraban débiles y ese mes cayeron 87,9 milímetros de lluvias, mientras que en febrero por ejemplo fueron 296,1  milímetros.

Además, dijo Mina, las temperaturas, que tienen una relación directa en la incidencia de las lluvias, empezaron a bajar y de más de 26 grados centígrados que se tuvo desde enero hasta mayo, en junio la baja es notoria y el lunes 5 de junio el termómetro marcó 19,8 grados centígrados.

La transición entre la época seca y la lluviosa, aunque con tardanza, está en pleno proceso en el país, según el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar).

Con ello, indicó el capitán Edwin Pinto, el país se despide poco a poco de las lluvias, aunque eso no quiere decir que no vayan a existir precipitaciones en este mes y julio.

Técnica. En la provincia los agricultores y ganaderos hacen frente a esta situación con la construcción de albarradas, que es una técnica desde la época de los aborígenes. 

Las albarradas son huecos en la tierra que se refuerzan con una tela de geomembrana para evitar que el agua se filtre y permita el almacenamiento. Con ese líquido durante semanas pueden regar sus cultivos o alimentar a sus animales.

En esta temporada tanto el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) y el Gobierno Provincial de Manabí han construido más de mil albarradas en las zonas altas de Manabí.

Los ganaderos señalaron que también es importante tecnificar. 

Tony Zambrano, de Chone, indicó que acopian agua para regar el pasto durante en verano.  

Mencionó que invierten en el sistema de riego, pero, dijo, luego la inversión se recupera con la producción de leche.

También recomendó delimitar el espacio para las reses y así cada día solo comen en un lugar determinado, cuando se termina el alimento 

allí se pasa a otra parcela, dijo.

Otros durante el invierno siembran pasto de corte (grande) y luego lo almacenan con melaza para darles a los animales en verano.

El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, anunció la posible llegada de un nuevo fenómeno El Niño para fines de este año y principios de 2018.