A nuestra bandera tricolor en la efemérides del miércoles 24 de mayo reciente, dos ecuatorianos nacidos en la Amazonia la hicieron brillar como pocas veces.
En la mañana, al asumir la presidencia Lenín Moreno, con sus palabras, que no las leyó, sino que las sintió en esos solemnes e históricos instantes, ahí nuestra “Tri” se mudó al verde -no el verde flex de Alianza PAIS- sino el verde profundo de la esperanza por tiempos mejores, que fue lo que ofreció el ya presidente Moreno, al acertadamente anunciar las medidas que casi todos los ecuatorianos deseamos para el cambio de época que las circunstancias imponen luego de la década -para unos ganada y para otros perdida- que arrojó la reciente medición electoral en la que por estrecho y cuestionado margen venció la tendencia política que ahora sin “correísmo” capta los anhelos de cambio de estilo, forma y dirección, que imponen los difíciles tiempos actuales y los que pueden venir.
Esa mañana a todos sorprendió Moreno con su porte convincente y desbordante de patriotismo por los nombramientos y decisiones que ha seguido tomando: Austeridad, concertación y lucha contra la corrupción en cualquier tiempo y circunstancias; por ello, la esperanza de tiempos mejores se reverdece con la consiguiente reciprocidad de sectores empresariales, financieros y sociales que pronto expresaron su apoyo a este nuevo y necesario presidencial liderazgo.
En la tarde, en Estocolmo, otro amazónico, Antonio Valencia, capitaneando al gran equipo de fútbol Manchester United, vencieron a Ajax y conquistaron la única copa que al MU le había sido esquiva en su larga y exitosa trayectoria, la Europa League; Valencia aparte de su calidad de futbolista, que ya está al nivel de glorias deportivas de la patria como Pancho Segura y Jefferson Pérez, al minuto 89 del partido, cuando el técnico “Mou” ingresó al mítico goleador Wayne Rooney, nos asombró con su ejemplar humildad humana, cuando se despojó de la banda de capitán -tan merecidamente ganada- para entregarla al citado crack, quien con esa calidad de capitán, contiguo a Valencia, alzó la copa antes de compartirla con el resto del equipo, entre los que obviamente destacaba nuestro compatriota; sublime ejemplo nos dio Valencia, como para ponderar y aprender de su altura personal y deportiva.
Así brilló nuestra “Tri” en esta efemérides y levantó los valores, ánimo y confianza de todos quienes vivimos intensamente esos históricos momentos, que con seguridad son los preámbulos de los buenos tiempos que se pueden venir a favor de todos quienes amamos éste, nuestro lindo Ecuador. Arrimemos el hombro para que así suceda.
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