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Carta abierta a Lenín (i)
Carta abierta a Lenín (i)
Por: Pedro Vincent Bowen
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Domingo 28 Mayo 2017 | 04:00

Posiblemente, los artículos capitulados que hoy inicio bajo este titular sean los más vidriosos de mi prolongada actividad periodística, tal os daréis cuenta a lo largo de su lectura.

Empiezo por repetir una frase que siempre repito en oportunas oportunidades: “¡No estoy en contra de nada ni de nadie. Sólo a favor de lo que considero justo, honesto y en beneficio del bien común!”.
Esto como preámbulo para dejar bien claro que, a pesar de no haber coincidido en muchos aspectos con S.M. Rafico I durante la “década perdida”, en que manejó el país a su gusto y antojo, siempre gozó de mis respetos. En cierto modo, por deferencias que tuvo hacia mi persona al haber compartido sesiones del Directorio de la Empresa de Ferrocarriles del Estado en donde estuve representando a Trajano, nuestro mejor ministro manabita de OO.PP., con quien iniciamos la rehabilitación de la infraestructura ferroviaria desde Huigra, parroquia de Alausí, provincia de Chimborazo. Luego, el haberme invitado a que lo acompañara en el helicóptero presidencial desde el aeropuerto Reales Tamarindos (QEPD) hasta El Aromo, donde, conjuntamente con Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, sembraron el “primer árbol” en el área seleccionada para la utópica (hasta ahora) construcción de la Refinería del Pacífico. Y, por último, el haberme integrado en la comitiva que lo acompañó a su primera visita a China (noviembre de 2007), en donde realizó una de sus sabatinas en vivo con la participación de este servidor, único periodista ecuatoriano presente en el Parque Tecnológico Zhong Guancun, donde funciona la Academia China de Ciencias Sociales, acto que fue aprovechado para la presentación de su libro: “Ecuador, de banana republic a la No República”, en edición chino-mandarín, cuya lectura dudo que le habrá interesado a los pupilos de Mao Tse-Tung, más conocido como el “mayor genocida de la historia” (sólo en el primer trimestre de 1959, más de 17 millones de chinos mueren de hambre, al final de ese año la cifra alcanza los 30 millones de muertos…).
Pero (el infaltable), con toda seguridad, selectos lectores, estaréis impacientes por conocer qué mismo os quiero decir en esta carta abierta a Lenín, flamante inquilino del Palacio de Carondelet. Lamento mucho no poder complaceros ahora porque el espacio de esta columna se acabó. Aguardad vuestras ganas hasta el próximo domingo, plis.
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