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Que sea el inicio de la era del respeto
Que sea el inicio de la era del respeto
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 28 Mayo 2017 | 04:00

Con la juramentación y posesión como presidente de la República de Ecuador de Lenín Boltaire Moreno Garcés -amazónico de 64 años de edad-, el país aspira a que arranque una nueva etapa administrativa de la vida democrática del país.

Esto porque, a pesar de que ha llegado al poder apoyado por la mayor fuerza política de la nación, de aquella que bajo la batuta y liderazgo indiscutible del saliente presidente Rafael Correa Delgado ha dominado durante los últimos 10 años, Moreno empezó desde el mismo día de su asunción a tomar distancia de la metodología de trabajo que impusiera su antecesor, despertando expectativas sobre las futuras relaciones con sus promotores,  cultores del socialismo del siglo XXI y de la revolución ciudadana.
La configuración de su gabinete ministerial y de las secretarías especiales muestran la mixtificación de la fuerza administrativa que laborará con él durante su mandato de cuatro años, o por lo menos al inicio de este, conjugando veteranos funcionarios del régimen anterior con nóveles figuras que se estrenan en la arena política burocrática oficial.
Así ha sido su inicio -como lo es el de todo comienzo-, tratando de atinar a que la selección sea la adecuada y brinde los frutos esperados, ilusionado con que desde el arranque se empiece con políticas que respondan a las promesas de cambio efectuadas en campaña.
Y tiene como rumbo marcado propuestas electorales que se relacionan con la apertura a un franco diálogo con todas las organizaciones políticas y sociales, con la generación de miles de plazas de trabajo para el resurgimiento de la economía, la concesión de créditos preferenciales para jóvenes emprendedores y empresarios que se desarrollen en sectores estratégicos; el empuje a la construcción de la Refinería del Pacífico, garantías al acceso a la educación superior; la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y toda clase de delincuencia; así como una mejor atención a las personas de la tercera edad con el programa “Mis mejores años”.
Su discurso de posesión ha despertado entusiasmo generalizado por haber sido un mensaje de paz, un llamado a la amistad y la hermandad; conciliador y convocador al trabajo mancomunado para que colectivo sean los resultados que conllevarán al progreso del pueblo ecuatoriano, a su crecimiento económico, intelectual y social. 
Y en verdad que invitaciones como estas, desprovistas de amenazas, de bravuconadas, de improperios, de insultos y alejadas de la soberbia que tanto daño ha causado al país, dividiéndolo y empobreciéndolo moral y espiritualmente, entusiasma y convida a empujar con mayor ahínco el carro del progreso.
Vale, entonces, recibir con esperanzas el pronunciamiento del nuevo presidente, que dibuja una era de respeto al prójimo, a sus ideas y opiniones.
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