Muchos de los comerciantes, quienes por años trabajaron y radicaron en el corazón de Portoviejo, como se conoce a esta zona por encontrarse en pleno centro de la ciudad, volvieron para encontrarse con novedades.
Sin embargo, renegaron por toparse con solares cercados con caña, zinc, y con otros predios que no han sido tocados desde el 16 de abril del 2016.
"El paisaje es sombrío y desolador. Mi ciudad parece un potrero con caña guadua por todas partes, hemos retrocecido unos cincuenta años", dijo Jairo Farfán, quien a pesar de vivir en otro sector, tomó su bicicleta y se fue a contemplar el paisaje de la calle Ricaurte, desde la 9 de Octubre hasta la 10 de Agosto.
Ulbio Paredes, dueño de calzado Sandra, llegó hasta al antiguo predio donde laboró por más de 30 años. Dijo que le gustaría volver, pero los inmuebles con las afectaciones del terremoto se mantienen intactos. "Así nadie retornará", precisó.