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Iglesia
Francesco se va de Portoviejo

Una labor misionera en Bangladesh espera a Francesco Rizzo, sacerdote italiano que deja Portoviejo tras 18 años en Portoviejo.

Domingo 15 Enero 2017 | 04:00

“Fue mi primera parroquia, aquí comencé a ser sacerdote y aquí dejo una buena parte de mí. Han sido años lindos recibiendo las demostraciones de afecto porque el manabita es acogedor, y también siento gratitud porque juntos hemos podido compartir caminos de fe”, dijo Rizzo, quien es párroco de la parroquia Espíritu Santo.

El religioso, que llegó a la capital manabita en 1998, recuerda sus inicios en esta ciudad con Darío Maggi, que era el párroco y hoy es Obispo de Ibarra, que fue quien pidió que sea asignado a esta tierra.
Su trabajo es destacado por Jean Karlo Moncayo, Antonella Poggi y José Luis Poggi, jóvenes voluntarios que hicieron allí la catequesis y “se involucraron”, como dicen ellos, en las tareas comunitarias.
“Es una guía a seguir, siempre estuvo presente en los momentos más duros”, dijo José Luis Poggi. Sus compañeros comparten la opinión de que Rizzo “siempre ha estado con la comunidad, apoyando, dirigiendo las causas y manteniéndonos unidos”.
Apoyo. Rizzo, natural de “un Pueblito” de Italia llamado Vallo Della Lucania, contó que la primera vez que vino a Manabí fue en 1993, en sus vacaciones como seminarista. Cuando se ordenó sacerdote, en junio de 1998, Darío Maggi pidió que sea asignado a su parroquia, en la ciudadela Los Bosques.
“Siempre estuvimos juntos, ha sido una fuerza”, dijo Rizzo sobre Maggi, con quien emprendieron la labor de construir la iglesia Espíritu Santo sobre la calle 5 de Junio, con ayuda de amigos de Italia y los feligreses.
Señaló que son los mismos feligreses los que en su mayoría aportaron para la reconstrucción de la torre del templo que fue afectada por el terremoto y que hoy será reinaugurada con una oración de bendición a las 09h30 y luego habrá una misa oficiada por Lorenzo Voltolini, arzobispo de Portoviejo.
“La comunión, la pasión educativa, la atención a niños y niñas, jóvenes y familias”, han sido el compromiso de Rizzo, que destacó que el oratorio vocacional es la parte más bonita y más visible de un trabajo dirigido a construir fraternidad.
El domingo 22 de enero oficiará la última misa en la parroquia que lo acogió “como un hijo más”. Y recibirá la bendición de todos aquellos con quienes llegó a la mayoría de edad de su sacerdocio.
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