De las altas autoridades educativas, Augusto Espinosa fue el único capaz de renunciar al cargo de Ministro para postularse a la Asamblea Nacional. En cambio, René Ramírez, planificador y ejecutor de las medidas gubernamentales, no se someterá al voto popular, pese a ello retó a debatir a Guillermo Lasso, a quien demandó judicialmente.    

La politización del gremio educativo se ha acentuado en el último año. Por una parte, se allanaron dos edificios de la Unión Nacional de Educadores (UNE). Esta organización fue suspendida en relación con el Decreto Ejecutivo 739 y el Fondo de Cesantía del Magisterio ya no es independiente. Todo esto, mientras las actividades proselitistas de la Unión de Maestros han sido toleradas impunemente. 

Por su parte, con el terremoto del 16 de abril, la Educación General Básica arrancó con atraso el año escolar, el que transcurre sin acabar con el microtráfico y consumo de drogas en los colegios. Todavía no son públicos los estudios (si los hay) sobre el control cualitativo de los efectos de transformar en mixtos a los colegios de señoritas o sobre la conducta de los jóvenes dentro y fuera de sus establecimientos educativos. 

En la Asamblea se aprobó una nueva Ley de Cultura. Paralelamente, en Manabí, su Casa de la Cultura mantuvo el fomento a la cultura y las artes, propósito que también han compartido la Uleam, UTM y USGP. Esto pese a que otros graves efectos del seísmo de 7,8 grados han sido que las universidades perdieron a destacadas vidas humanas y muchos estudiantes no pudieron seguir sus estudios o tuvieron que continuarlos lejos de sus domicilios. En lo material, los daños ascendieron a 66 millones de dólares.

En cambio, entre los sucesos más positivos del sector educativo se destaca: 20 colegios de Manabí están entre los mejor puntuados del país, el ITSUP logra la primera categoría en Educación Técnica. En Portoviejo, se ha conformó la Academia de Historia Alfarista.

Finalmente, creamos en una formación autonomista de los estudiantes, lejos de la educación cosmética y con sello partidista. A la vez exijamos un debate valiente, culto y propositivo para que nada siga siendo impuesto, concluyente ni definitivo. Que prevalezca la verdad para que la educación se una a la moral, la autonomía y la libertad.