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El ruido estrepitoso
El ruido estrepitoso
Por: Isabel Vinueza García

Martes 10 Enero 2017 | 04:00

Todo sonido puede convertirse en lo que llamamos comúnmente ruido, o mejor dicho contaminación por ruido, incluso la más bella de las músicas, por lo tanto se constituirán ataque al derecho al silencio y la tranquilidad personal entendidos como daños acústicos, si llega a adquirir las características suficientes para ocasionar molestias graves en cuanto a su nivel de incomodidad, que resulten intolerables ya sea por su intensidad o por su duración para el ciudadano corriente.

Es de lo más normal que cualquiera vaya a comprar una caja parlante para hacer ruido desde su casa o cualquier lugar y contaminar todo su entorno, no solo con la bulla sino también con la música chatarra que por lo general exponen estos bulliciosos, canciones que hablan de sexo, infidelidad, tristeza o amargura, mixtura fatal y nociva para la salud del cuerpo y el alma del ser humano; en las fiestas más sonadas son 2 y 3 días de bullicio día y noche.
También tenemos las detonantes bocinas de los carros, los automotores, las grandes fábricas que aseguran tener permiso para hacer ruido, el estallido de camaretas y explosivos que no solo afectan los oídos sino que tienen licencia para matar; alarmas de vehículos, alarmas domiciliarias, helicópteros, aviones, discotecas. etc.
El artículo 66, numeral 27, de la Constitución dicta que el Estado garantizará a las personas el derecho a vivir en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado, libre de contaminación y en armonía con la naturaleza.                         
En cuanto a los decibeles esto es lo normal: el ruido máximo para las zonas residenciales es de 55 decibeles en  horario de 7 a 21 horas -que equivale al ruido que produce el aire  acondicionado de ventana, por ejemplo- y de 45 de 21 a 7 horas, que equivale al ruido de una calle con poco tráfico. Para hacerse una idea, una conversación  normal tiene en promedio 60 decibeles, una aspiradora produce 70 decibeles; una motocicleta entre 100 y 110 y una discoteca 120 decibeles.
Todas las entidades de gobierno están llamadas a poner orden y a proteger a quien sufre en cuanto a este desastre estrepitoso, que vulnera los derechos de las personas: a la salud física y psíquica, al desarrollo de su personalidad, a un medio ambiente digno y sano, a la intimidad en su hogar, y a la propiedad privada. Un llamado agencioso principalmente a la Asamblea Nacional y Medio Ambiente.  Recordemos que en otros países las sanciones son severas, por citar algo tenemos multas desde 600 hasta 300.000 euros, prisión, entre otras sanciones, para quienes infringen la ley. A  la policía ni tan siquiera llamar, ellos con tan solo escuchar el delito ya deberían poner orden.
 
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