Por su ubicación y condiciones, Ecuador es un país expuesto a peligros potenciales. Está localizado en el cinturón de fuego del Pacífico, tiene una estación lluviosa y otra seca que duran cerca de medio año, no ha existido ordenamiento en las normas de construcción, entre otros factores que eventualmente ocasionan situaciones de riesgo.
Frente a esto, la preparación de la población y de quienes administran el territorio se convierte en un requerimiento urgente.
El terremoto del 16 de abril del año pasado demostró que los ecuatorianos no están lo suficientemente preparados para saber qué hacer en caso de un desastre; pero también desveló la falta de normas adecuadas de construcción y de un trabajo de planificación territorial que tome en cuenta las probabilidades de un evento adverso.
Lamentablemente, fue una lección dolorosa que las autoridades deben haber aprendido.
El otro frente, el de trabajar con los ciudadanos para que aprendan a reaccionar adecuadamente cuando ocurran eventos como inundaciones, incendios, erupciones volcánicas y otros que son frecuentes en el medio, es prioritario.