La actividad es una vitrina para mostrar una serie de productos elaborados por manos ecuatorianas.

Unos 200 artesanos expusieron sus creaciones en las categorías de arte e imaginería, decoración e iluminación, moda y accesorios, joyería y bisutería, instrumentos musicales, entre otras. 

De ellos, 135 fueron seleccionados por concurso, y para elegirlos se tomó en cuenta muchos aspectos.

El más trasversal fue el diseño y la innovación, ya que se buscaba que todos los objetos tengan identidad propia y, sobre todo, originalidad, indicó Diego Carrasco, coordinador de la feria, a la agencia Andes.

Con identidad. “El empaque, la marca, el lanzamiento de nuevos productos, la creación de colecciones, la experimentación de materiales y la inclusión de la identidad local están presentes en los productos a través de nuestro proceso de asistencia técnica y capacitación que se denomina Jornadas con Texturas, ”, señaló Carrasco.

A la feria llegan invitados especiales que son escogidos por la calidad de sus productos, además participan delegaciones internacionales.

En esta ocasión se incorporó el área Quito Zona Naranja, que promueve la creatividad, el arte y la cultura con un espacio destinado a la exhibición de propuestas de varias instituciones públicas y privadas que las desarrollan y promueven, entre ellas el Colectivo La Floresta, Fundación Museos de la Ciudad, Escuela de Arte Quiteño “Quitensis”, Red de emprendimiento LGBTI, La Academia.

Se incluyó el espacio de El Mercadito, en el que había frutos y cultivos exóticos del noroccidente de Quito. Aquí se exhiben las ACUS (áreas de conservación y uso sostenible) con la presencia de Pacto, Yunguilla, Corredor del Oso, Mashpi.

Además, en esta edición se desarrolló un nuevo espacio denominado “Patio Gastronómico”, con productos tradicionales para difundir la riqueza culinaria local. 

Por los pasillos de la feria hubo productos trabajados completamente a mano, donde resaltaba la delicadeza de los detalles. 

Hubo joyas, juguetes, ropa y distintos adornos para el hogar, hasta novedosas chimeneas artesanales que utilizan biocombustible, billeteras que usan material reciclable de vallas publicitarias, entre otros productos.

Ángelo Nieto, de la empresa “Dafne Una gota de arte”, recicla el tamo de cebada para elaborar cajas, adornos y aretes que siguen un proceso elaborado desde la cosecha de la cebada hasta la elaboración de los objetos. Es un proceso arduo que implica quemar la cebada con una plancha de carbón para darle distintas tonalidades, o cocinarla para alcanzar distintos pigmentos.

Luego, como un proceso casi de cirujano, se elabora el paisaje pieza por pieza, tejiendo poco a poco el objeto.