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Masacre en cárcel de Brasil reactiva la alerta sobre el sistema penitenciario

Brasil reactivó hoy las alarmas sobre su sistema penitenciario después de que 56 presos murieran en una cárcel de la Amazonía durante un enfrentamiento entre bandas, una guerra interna del crimen organizado a la que se suma las condiciones precarias de los presidios y el hacinamiento.

Martes 03 Enero 2017 | 13:57

"Todo esto es la consecuencia de un sistema fallido que no tiene como continuar", dijo a Efe Epitácio Almeida, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB), quien coordinó las negociaciones para la liberación de rehenes en la cárcel que fue escenario de la matanza.
Almeida, quien desde hace siete años participa como mediador en rebeliones carcelarias, aseguró que la matanza en la cárcel de la ciudad amazónica de Manaos fue el punto álgido de una "guerra entre facciones" que ocurre desde hace años en el estado de Amazonas y en todo Brasil.
La matanza de presos en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim fue la segunda mayor en la historia del sistema carcelario de Brasil, después de Carandirú, como se conoce la masacre que en 1992 acabó con la vida de 111 reos en un presidio de Sao Paulo.
El sangriento motín comenzó el domingo tras un enfrentamiento entre miembros de la facción criminal conocida como Familia do Norte (FDN), que mantienen el control del tráfico de drogas en la prisión, e integrantes del Primer Comando de la Capital (PCC), una banda con gran influencia en el estado de Sao Paulo.
En un alarde de poder, el FDN masacró a afiliados al PCC, así como a algunos condenados por violación, lo que fue filmado por reos y divulgado a través de su teléfonos móviles.
Los cabecillas de la sublevación serán identificados y trasladados a una cárcel controlada por el Gobierno federal, según explicó el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, tras reunirse con las autoridades de Amazonas para analizar la crisis en ese estado, donde se registraron un total de cuatro motines entre el domingo y el lunes.
"Esto es algo que venía formándose desde hacía algún tiempo, el odio entre las personas ha aumentando. Es un triste episodio", dijo Almeida.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la OAB fue testigo del reguero de sangre que dejó la reyerta, en la que fueron decapitados y descuartizados decenas de cuerpos.
"La sensación fue de atrocidad. Marcó mucho, no solo para mí, sino para toda la sociedad. Con todas esas fotos y vídeos circulando, la humanidad amaneció más pobre", lamentó.
Además de la matanza en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim, otras cuatro personas fueron asesinados en la Unidad de Prisión de Puraquequara (UPP), en la zona rural de Manaos, y 184 huyeron de diferentes cárceles, aunque unos cuarenta ya fueron capturados por las autoridades.
La organización no gubernamental (ONG) Conectas aseguró que la tragedia "estaba anunciada" y volvió a sacar a la luz un informe publicado el pasado año por un organismo vinculado al Ministerio de Justicia, el cual ya había advertido sobre las disputas" y la "tensión" en el complejo penitenciario.
Conectas también denunció la pésimas condiciones del sistema penitenciario brasileño, así como la superpoblación carcelaria, que es considerada por las organizaciones de derechos humanos como una de las principales causas de los frecuentes motines en el país.
Según estimaciones oficiales, entre 2000 y 2014 la población carcelaria creció casi un 170 %, alcanzando los 622.000 reclusos y colocando a Brasil en el cuarto lugar del mundo en número de presos, solo superado por Estados Unidos, Rusia y China.
Brasil, sin embargo, tan sólo tiene 371.884 plazas carcelarias, por lo que alberga en sus celdas un 67,3 % más de presos de lo que sería posible.
El titular de Justicia recordó que el Gobierno liberó recientemente más de 1.000 millones de reales (unos 304 millones de dólares) para proyectos en el sistema carcelario, que permitirán la construcción de 20.000 plazas nuevas y que, según dijo, "serán destinadas a los presos más peligrosos".
Resaltó también la necesidad de instaurar un servicio de inteligencia en los presidios, sugirió un aumento de la inversión para colocar sistemas de bloqueo de teléfonos móviles en el interior de las cárceles y pidió la separación de los internos más peligrosos del resto de reos.
"Esto tiene una cuestión mucho más profunda, que es la entrada de armas en las cárceles en virtud de la corrupción y la posibilidad de que presos peligrosos sometan, independientemente de las facciones, a otros presos", dijo el ministro en entrevista a una radio. EFE
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